Las relaciones líquidas se caracterizan por establecer vínculos superficiales y cortos. Así, el compromiso emocional es nulo. El miedo al rechazo o el interés por satisfacer deseos puntuales son algunas de sus principales características.
Amor. “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Así lo define la RAE. Que es intenso estamos todos de acuerdo. El mismo que nos hace flotar en una nube, es luego el culpable de desintegrarla. Y quizás sea este miedo de estrellarnos contra el suelo el que nos mueva a huir de él. Amor. De entre los variados apellidos que lo pueden acompañar, nos interesa uno en particular: líquido. La RAE aún no lo ha definido, pero a modo de presentación diremos que se trata de evitar esa caída libre que tanto tememos.
El amor líquido es un término que acuñó por vez primera el sociólogo Zygmunt Bauman hace 20 años. Bauman defendía que este concepto hacía alusión a una manera de relacionarse menos profunda que en el pasado, siendo los vínculos actuales más frágiles. “Además de la valoración entre lo profundo y superficial, también se tiene en cuenta la duración de las relaciones, cada vez más cortas y, en muchas ocasiones, descritas como desechables”, subraya Laura de Lera, psicóloga de Control. Como principales características, la experta señala las siguientes:
Interés por satisfacer necesidades puntuales y de manera inmediata.
Dudas acerca de si compensa asumir la responsabilidad que conlleva una relación comprometida.
Miedo al rechazo y a la soledad, así como a la pérdida de libertad.
Tener que lidiar con el vacío que deja la otra persona tras haberse vinculado emocionalmente de manera significativa.
“En el origen de las relaciones líquidas encontramos indudablemente la influencia social traducida en la necesidad de la inmediatez. Vivimos en un momento en el que lo queremos todo a la voz de ya y, cuando se tiene, si genera un mínimo incordio o deja de interesar, de deshecha. No se tolera la espera, sino que se busca la satisfacción inmediata”, detalla Sonia García, psicóloga y sexóloga, quien añade que este tipo de “conexiones” superficiales son las que promueven luego prácticas como el ghosting. Asimismo, la especialista alude a la insatisfacción emocional, baja autoestima, ansiedad y falta de confianza como principales consecuencias a las que puede llevar este tipo de vínculos.
En este contexto, de Lera apunta a dos factores importantes que influyen en la percepción que tenemos de la sociedad actual. El primero de ellos es la velocidad: “Muchas veces los cambios llegan sin habernos adaptado al anterior. El ser humano ha adquirido experiencia para evolucionar más rápido y una de las herramientas fundamentales para ello han sido los avances tecnológicos”, manifiesta. El segundo elemento al que debemos prestar atención es al hecho de que tenemos una mayor conciencia del yo y de que “somos más conscientes de nuestros derechos. Esto nos lleva a proteger de manera más consciente nuestro bienestar”, afirma la psicóloga.
¿Las relaciones líquidas son negativas?
No tenemos por qué concebir las relaciones líquidas de forma negativa, sino que debemos entenderlas como lo que son: frágiles y pasajeras. En realidad, según García, no estamos hablando de amor, sino de una “necesidad inmediata de satisfacer deseos, principalmente sexuales, sin ningún tipo de vínculo”. Acerca de qué papel cumple la atracción sexual en este tipo de relaciones, de Lera destaca que un cambio muy significativo ha sido el mayor conocimiento de las mujeres sobre nuestra sexualidad, lo que “ha ayudado a que conozcamos y entendamos que sentimos atracción sexual, mientras que en el pasado la mayoría de las mujeres o no la experimentaban o la inhibían”. Más allá de si debemos valorar una relación determinada como positiva o negativa, de Lera afirma que lo importante es conocer la manera que tiene cada uno de concebir el amor y de saber quién le aporta bienestar.
Bauman publicó “Amor líquido o la fragilidad de los vínculos” en 2003 y, desde entonces, hemos experimentado muchos cambios. "La legalización del divorcio en España fue hace 42, antes no había opción de cuestionarlo. La incorporación de las mujeres al mercado laboral permitió nuestra emancipación económica y, con ella, opciones de vida alternativas”, detalla la psicóloga de Control. Por tanto, en la actualidad tenemos más información y mayor espacio para cuestionarnos cómo concebimos el amor. “Es interesante aprovecharlo para preguntarnos si estamos amando de manera coherente o estamos intentando cubrir un vacío”, añade.
¿Qué papel cumplen las aplicaciones de citas?
Las aplicaciones de citas es una nueva forma de conocer a gente, pero una vía que también fomenta este tipo de interacciones. En este sentido, García declara que “en consulta encuentro que, aunque parezca muy atractiva la idea de tener sexo o una cita inmediata a golpe de click, la satisfacción real más allá del corto plazo es nula o, incluso, se relaciona con la frustración de no ser capaz de llegar a conectar en un plano más emocional con ninguna de esas personas”.
Tanto estas aplicaciones como las redes sociales en general nos ofrecen la oportunidad de llegar a muchísimas personas sin ningún esfuerzo, pero “también es más fácil desaparecer y deshacer todo dándole a un botón que enfrentar cara a cara lo que suponga esto para la otra persona y lo que despierte en ti”, agrega de Lera, quien expresa que “cuanto más nos vinculamos con alguien, más sentimos que le ‘debemos’. Eso da miedo y a veces cuesta gestionarlo”.
La importancia del amor propio
El amor propio es esencial para tener la capacidad de preguntarnos si son las relaciones líquidas lo que necesitamos en un momento determinado. De Lara aclara que “en ocasiones, no tenemos la energía para implicarnos más. Lo importante es tener honestidad propia y con la otra persona”, con la que debemos empatizar.
“La autoestima y el amor propio son necesarios siempre, cuanto más en los vínculos con otras personas. Si, además, estos son tan frágiles, necesitamos tener una buena base personal para entender que alguien nos puede ‘usar y tirar’, no por nosotros, sino porque es la manera que tiene de relacionarse”, añade García. En este punto, la sexóloga concreta que “una persona con autoestima baja probablemente busque en sí misma dónde ha fallado y se sentirá culpable de que ese vínculo haya sido tan frágil y fugaz”.
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