Es importante diferenciar bien la ansiedad del estrés. El estrés es una reacción ante una situación amenazante, se mueve en el presente y suele desaparecer cuando la causa que lo provoca lo hace, mientras que la ansiedad constituye una preparación ante esa situación amenazante.
Entre un 6 y un 7% de la población española ha consultado a su médico de Atención Primaria por un trastorno de ansiedad y España es el país que más ansiolíticos consume. La cuestión es que algunos errores frecuentes muy asentados dificultan su abordaje. En este articulo te contamos qué estrategias no son adecuadas y cuáles sí han demostrado efectividad para afrontar la ansiedad.
La ansiedad es una respuesta del organismo que nos prepara frente a una amenaza, según explica Rubén Casado, psicólogo especialista en el tratamiento y divulgación sobre este tema que acaba de publicar el libro El mapa de la ansiedad (Sine Qua Non, Penguin Random House 2023), una guía para tratar de entender este tipo de problema y aprender a gestionarlo.
La cuestión es que al cerebro humano le cuesta cada vez más distinguir entre amenazas reales e imaginadas y muestra una enorme capacidad para proyectarse hacia el pasado y hacia el futuro, “para imaginar. Y esa capacidad que nos ha ayudado tanto en nuestra evolución también nos mete en problemas”, señala Rubén Casado.
Síntomas de la ansiedad
Para identificar la aparición de la ansiedad es importante entender que no se trata solo de un estado mental, con presencia de ideas catastróficas, sino que está muy vinculada al cuerpo con manifestaciones como:
Ahogo e hiperventilación
Taquicardia
Parestesias o sensación de quemadura o pinchazos fundamentalmente en brazos, manos, piernas y pies
Mareos y sensación de inestabilidad
Dolor en el pecho
Para distinguir la ansiedad generalizada de un episodio que puede aparecer en un momento puntual, la clave está en observar cómo está afectando a la vida de quien la padece. “Todos pasamos por momentos de incertidumbre y desasosiego, pero cuando esos momentos influyen en nuestro día a día, cuando prácticamente se convierten en un estilo de vida, entonces hablamos de un trastorno de ansiedad, y la ansiedad generalizada es uno de esos trastornos”, puntualiza este experto. En este caso la ansiedad lleva a vivir como muy probables situaciones que tienen muy poca probabilidad de suceder.
La prevalencia de los casos de ansiedad en los centros de salud supera ya a los de depresión, lo cual da una idea de la magnitud del problema. Según algunos estudios, un 15,8% de las personas declararon haber tenido algún ataque de pánico o ansiedad en su vida, dato que se eleva al 22% en el caso de la población femenina. Rubén Casado llama la atención sobre el hecho de que solo conocemos los datos de incidencia en la población que ha buscado ayuda sanitaria pero “¿qué pasa con el resto?”, se pregunta.
“No somos ansiosos, sino que generamos ansiedad”
Una de las razones que puede explicar el hecho de que personas que estén sufriendo ansiedad no busquen ayuda es que entiendan erróneamente que forma parte de su personalidad, mientras que en otros casos puede subyacer un sentimiento de vergüenza.
Por eso una de las primeras recomendaciones es entender que “no somos ansiosos, sino que generamos ansiedad y muchas veces no se trata tanto de hacer, como de aprender a dejar de hacer”. En este sentido, Rubén Casado explica que “la ansiedad no es una forma de ser, es más bien una forma de estar”.
Las consecuencias negativas de pensar que la ansiedad responde a un modo de ser son:
Nos enlaza con la idea del destino maldito. La creencia de que somos víctimas de una maldición milenaria.
Entroncamos con la creencia de que es algo crónico que solo podemos solucionar con resignación y evitación.
Nos separa del mundo y de los demás, al creer que somos raros, especiales, y que lo tenemos bien merecido en el fondo.
Afrontar la ansiedad como si se tratase de un virus es otra estrategia equivocada porque “nos hace creer que se debe a causas externas a nosotros y no a creencias, o a como interaccionamos dentro de un contexto. Nos hace buscar siempre en elementos que en realidad vivimos como externos: el siguiente síntoma, el próximo pensamiento intrusivo, la preocupación de la semana…”, cuando la ansiedad se produce por una gestión de emociones, pensamientos y conductas inadecuada que termina generando una vivencia dolorosa.
Coste de oportunidad si no se acude a un profesional
Acudir a profesionales especializados en ansiedad es importante porque, en caso contrario, se puede producir un coste de oportunidad. “Si no se hace, si la persona da muchas vueltas cada vez va a tener una reacción más negativa a la posibilidad de recibir un tratamiento que realmente pueda ayudarla. Los intentos fallidos de solución hacen que la persona tienda a cronificar sus creencias desadaptativas con respecto a la ansiedad y su manejo”, explica Rubén Casado.
Sobre este aspecto, este experto advierte sobre los riesgos de acudir a “supuestos coaches y gurús de la autoayuda que no tienen una formación adecuada, y contribuyen a generar ruido y confusión”. En este sentido, indica que la psicología lleva haciendo un gran trabajo en el abordaje de la ansiedad y “hay que huir de soluciones mágicas que parecen prometer resultados sin esfuerzo”.
Cómo diferenciar la ansiedad del estrés
Otra cuestión importante es diferenciar bien la ansiedad del estrés. La clave está en que el estrés es una reacción ante una situación amenazante, se mueve en el presente y suele desaparecer cuando la causa que lo provoca lo hace, mientras que la ansiedad es “una preparación ante esa situación que vivimos como amenazante y se mueve entre el pasado y el futuro, permaneciendo incluso aunque el objeto del miedo haya desaparecido”.
Más que evitar la ansiedad, no engancharse a ella
Clave también en el manejo de la ansiedad es no tanto tratar de que no aparezca como “no engancharse a ella cuando lo hace”. Para ello es fundamental el manejo de una inteligencia emocional adecuada, lo cual se traduce en saber gestionar nuestras emociones, tener un dialogo interno que no nos dañe, aprender a tener una atención focalizada y establecer una red de relaciones sanas como factores protectores adecuados.
El error de anticipar problemas
Uno de los errores que se cometen frecuentemente en el abordaje de la ansiedad es la utilización de determinadas soluciones que se piensan adecuadas ante el cambio o la incertidumbre “y que lo que hacen es generarnos más ansiedad”. Así la anticipación a los problemas puede hacernos parecer más seguros “y, sin embargo, nos imbuye en una maraña de búsqueda de posibles soluciones infructuosas”.
Desde esta perspectiva, Rubén Casado advierte que la evitación de aquello que nos resulta desagradable “puede aliviarnos en principio, pero puede también convertir nuestra vida en un infierno si interfiere demasiado en ella”.
Relación con el miedo
La ansiedad tiene mucho que ver con el miedo, que conforma el núcleo de la respuesta de ansiedad. “El miedo se disfraza de muchas formas, como las fobias, la ansiedad generalizada o el estrés postraumático”.
Al igual que para enfrentar las fobias quien las padece debe aprender a tocar aquello que teme para entender que “una cosa es lo que teme y otra la realidad”, en el caso de la ansiedad generalizada, “uno debe aprender a entender que por mucho que especule su cabeza en realidad no puede predecir el futuro y lo que está es asustándose de su imaginación, con lo que tendrá que aprender a sortear el vagabundeo mental”.
Vinculación con los pensamientos
La ansiedad tiene también mucho que ver con los pensamientos y conocer esto es importante como también que nuestro cerebro no está diseñado para la felicidad sino para la supervivencia, así que presenta un sesgo de negatividad “que hay que entender más como un piloto automático que como una perspectiva creíble”.
En este sentido, Rubén Casado explica que “somos lo que nos hablamos y el lenguaje no incluye solo palabras sino la forma que nosotros tenemos de percibir la realidad, la manera en la que nos contamos “la película” a nosotros mismos, nuestros diálogos internos”, lo que se traduce en la interpretación que realizamos de nuestras experiencias.
Prestar atención al lenguaje
Por ello este experto recomienda prestar atención al lenguaje porque dependiendo de las palabras que elijamos para dirigirnos a nosotros mismos “podemos ir hacia el camino del crecimiento o bien sabotearnos de tal forma que nos veamos envueltos en un bucle negativo”.
Convivir con la incertidumbre
Aprender a convivir con la incertidumbre es otra pauta para manejar con efectividad la ansiedad. “Nuestro cerebro odia la incertidumbre porque su misión principal es tratar de predecir, y eso genera tensión. Pero estamos en una sociedad cada vez más rápidamente cambiante, en continua evolución, por lo que “aceptar la incertidumbre cada vez será más necesario para adaptarnos al medio”.
La paradoja es que una de las pocas certezas es la continua exposición al cambio y a lo inesperado y que “nuestras predicciones y lo que termina sucediendo en realidad no suelen coincidir. Aun así nos esforzamos y perseveramos en intentar averiguar lo que sucederá porque nos hace creer en una ilusión de control”.
Por Casado recomienda tratar de aprender a vivir en la incertidumbre y a no sobreestimar la necesidad de control como un falso argumento para la supervivencia.
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