Según datos de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, las resistencias a los antibióticos provocan ya más de 3.500 muertes en nuestro país. La solución pasa por la investigación de nuevos medicamentos.
Los antibióticos son medicamentos indispensables para luchar contra enfermedades tan prevalentes como la neumonía o la meningitis, sin embargo, el uso abusivo que se ha hecho de ellos en los últimos años ha hecho que las bacterias causantes de estas patologías se hagan resistentes a los fármacos que existen, convirtiendo el problema en una pandemia mundial.
Según datos de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, las resistencias a los antibióticos provocan ya más de 3.500 muertes en nuestro país, causando, además, cuatro millones de infecciones graves al año. Estas cifras son a nivel nacional, pero a nivel mundial la cosa es catastrófica ya que “la proyección para 2050 es que cada tres segundos muera en el mundo una persona por esta causa" augura César de la Fuente, catedrático de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos.
Es un problema grave, de hecho, se considera que nos encontramos frente a una pandemia silenciosa. “Después de años de utilización masiva de los antibióticos en la salud humana y en la salud animal, hay muchas bacterias que se han hecho resistentes a los antibióticos”, constata Aurora Fernàndez i Polo, del Servicio de Farmacia del Hospital Vall d’Hebron y miembro del Grupo de Trabajo de Atención Farmacéutica en Enfermedades Infecciosas.
Esto se traduce en que "hay casos en los que utilizamos un antibiótico para curar una infección pero no podemos curarla ya que las bacterias que la están causando no se destruyen con los antibióticos”. Esto es así porque “han desarrollado mecanismos para sobrevivir a tal ataque (lo que llamamos mecanismos de resistencias)”, explica la farmacéutica.
Este tipo de situaciones ocurre tanto a nivel comunitario (a pie de calle) como a nivel hospitalario. En este último, relata la farmacéutica, “nos encontramos en una situación crítica en que tenemos pacientes muy graves, que tienen una infección con bacterias que han desarrollado estos mecanismos de resistencias para todos los antibióticos que disponemos (las llamadas bacterias multirresistentes) y en consecuencia, muchos pacientes mueren debido a estas infecciones. Infecciones que hace unos años si podíamos controlar y curar, en la actualidad los antibióticos que disponemos ya no sirven”.
A nivel comunitario, informa María del Mar Tomás Carmona, médico Microbióloga del Hospital La Coruña, investigadora del Instituto de Investigación Biomédica (INIBIC) y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), “el problema de las infecciones provocadas por bacterias resistentes a los antimicrobianos es que se ha extendido a infecciones de origen comunitario, como infecciones de transmisión sexual y neumonías”.
Es cierto que “los antibióticos de los que disponemos actualmente son eficaces en muchas ocasiones, pero cada vez es más habitual que nos encontremos con infecciones por bacterias para las que los antibióticos actuales han perdido su eficacia y no disponemos de ningún antibiótico para tratar la infección”, relata Fernández i Polo.
Si esta situación continúa y no se encuentran soluciones a corto-medio plazo, el futuro puede complicarse. Si seguimos así, “se prevé que en los próximos 10 años será mucho más grave y aumentará todavía más la mortalidad por las infecciones, llegando a superar a las muertes por cáncer”, advierte la farmacéutica.
Atajar el problema no es fácil ya que el origen, como señalan ambas expertas, es “multifactorial”, tanto por el uso inadecuado y/o excesivo de los antibióticos (a nivel sanitario y veterinario), como por otros factores “como la contaminación ambiental, el cambio climático o uso de otros tratamientos”.
¿Qué soluciones hay?
En opinión de Tomás Carmon, “en los últimos años se han desarrollado importantes avances, aunque siguen sin ser suficientes, ya que se requiere de la elaboración e implementación de programas y políticas de acción global en el ámbito de la salud humana, animal y medio ambiente, con el objetivo de evitar o limitar el impacto de la resistencia antimicrobiana en la salud pública”.
La innovación en el desarrollo de nuevos tratamientos es para la experta “una de las claves para la lucha frente a las bacterias resistentes a los antimicrobianos". En este sentido, una de las líneas más esperanzadoras es la “fagoterapia, por su amplio campo de estudio”. Los fagos, explica la microbióloga, “son virus que lisan las bacterias y que podrían potenciar el uso de los antimicrobianos”. Su interés “radica en la posibilidad para utilizar fagos naturales o ambientales, así como diseñados por ingeniería e incluso proteínas derivadas de los mismos como lisinas y/o de polimerasas con actividad frente a las bacterias”.
¿Y los antibióticos por ordenador?
Además de estas opciones terapéuticas, en los últimos años existe un incremento de tratamientos (incluidos los antibióticos) diseñados mediante inteligencia artificial. Esto, a juicio de la portavoz de la Seimc, “supone una enorme base de datos que permite tener excelentes líneas de investigación iniciales”. Aun así, considera que “todos los tratamientos necesitan ser validados a través de investigaciones pre-clínicas en laboratorio y en animales y posteriormente, llevar a cabo ensayos clínicos para confirmar su seguridad y eficacia en humanos”.
En este sentido, el equipo de De la Fuente es pionero en el desarrollo de antibióticos por ordenador sirviéndose de moléculas presentes en la naturaleza para atacar bacterias. Sus actuales líneas de trabajo en biología computacional se centran, sobre todo, en los patógenos Eskape.
Tal y como informa el experto a Diario Médico, “actualmente estamos explorando genomas y proteomas para descubrir nuevos antibióticos que hagan frente a las superbacterias", pero en su haber ya disponen de moléculas que "pueden eliminar a las bacterias más resistentes de nuestra sociedad" alimentando al ordenador con datos moleculares y convirtiendo esa complejidad molecular química en elementos del sistema binario, al más puro estilo de la teoría de la selección natural de la evolución de Darwin. En estos momentos, y gracias a los múltiples trabajos del equipo de este biotecnólogo español, ya se dispone de "moléculas que pueden eliminar a las bacterias más resistentes de nuestra sociedad".
Inversión y Extensión de la Exclusividad Transferible
La realidad es que estos y otros avances requieren inversión tanto pública como privada en investigación e innovación a través de programas autonómicos, nacionales y europeos. El desarrollo de nuevos tratamientos “supone llevar a cabo investigación pre-clínica de estudio de la eficacia en el laboratorio y en modelos animales, así como el diseño de ensayos clínicos de seguridad en humanos. Esto supone un largo camino desde el descubrimiento hasta el uso en humanos”, destaca Tomás Carmona, lo que, indudablemente hace que los avances no sigan el ritmo de la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos.
Según explica el director general de Farmaindustria ( Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica), Juan Yermo, la realidad es que son muy pocos los medicamentos de este tipo que están en investigación y se da la circunstancia de que, a pesar de los enormes costes sociales que implican las resistencias a los antimicrobianos, los nuevos antibióticos no resultan comercialmente viables dado su uso moderado para preservar su efectividad. “El reto ahora consiste, pues, en superar la paradoja de que, por razones sanitarias, cada nuevo antibiótico va a ser escasamente utilizado, y por eso se deben buscar nuevas fórmulas que generen incentivos financieros sostenibles para los laboratorios que están trabajando en la investigación y el desarrollo de estos medicamentos”.
De esta forma, desde la patronal consideran que “se compromete la principal vía de retorno económico para las compañías desarrolladoras, con lo que es necesario buscar nuevas fórmulas que incentiven la investigación en este terreno”.
Entre las soluciones que se perfilan, está la fórmula de la Extensión de la Exclusividad Transferible (EET), que, como explican desde la patronal, “es un incentivo gracias al cual la compañía biofarmacéutica que investiga y desarrolla un nuevo antimicrobiano recibe un cupón o autorización para extender la exclusividad de comercialización de uno de sus productos en otras áreas”.
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