Uno de los problemas que afectan al sueño de los niños son las pesadillas. Pero, ¿en qué consisten? ¿Cómo podemos actuar? ¿Cómo afectan al niño? Para dar respuesta a todas estas incógnitas, hemos consultado a diversas fuentes expertas.
Según la Guía de Práctica Clínica (GPC) sobre Trastornos del Sueño en la Infancia y Adolescencia en Atención Primaria elaborada en el marco del Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad; las pesadillas “son ensoñaciones largas, elaboradas, complejas, con aumento progresivo de sensación de terror, miedo o ansiedad”. Tras padecer estas ensoñaciones, “el niño se despierta muy asustado y totalmente alerta y describe con detalle que ha tenido un sueño muy angustioso y aterrador, afirma la Guía Práctica.
Las pesadillas “son de corta duración, aunque después de despertarse el niño continúa teniendo miedo, con dificultad para volver a dormir. En algunos casos los niños aborrecen el momento de irse a la cama, al asociar el sueño a las pesadillas”, señala la Guía de Práctica Clínica. Según la web Faros del Hospital San Joan de Déu, de Barcelona, estos episodios durante el sueño se desarrollan en edades tempranas: “en niños suelen empezar alrededor de los 2 años aunque cobran más protagonismo entre los 3 y 6 años. No se sabe exactamente qué las causa, pero se piensa que pueden estar relacionadas con el estrés y la ansiedad del niño”. La Guía de Práctica Clínica apunta a una serie de circunstancias que pueden estar estrechamente relacionadas con ellas: “un sueño insuficiente, algunos fármacos, el estrés y/o los episodios traumáticos”.
Cuando ocurren las pesadillas, lo más conveniente es “investigar los programas de televisión que ve, así como sus relaciones escolares”, afirman en Familia y Salud. Si las pesadillas son continuas, lo más aconsejable es acudir al médico: “se debe consultar al profesional cuando los episodios ocurren cada noche, se presentan varios en una misma noche, el niño corre riesgo de lesionarse o lesionar a otros, o cuando las pesadillas interfieren con las actividades de la vida diaria”, indica la Guía de Práctica Clínica.
Tener una rutina diaria es esencial
Seguir un horario para dormir.
Tener una rutina previa a conciliar el sueño que tranquilice y relaje como leer libros.
Que la habitación proporcione un ambiente agradable y cómodo.
No ver la televisión o leer cuentos que puedan asustar a los más pequeños.
Ser conscientes de que las pesadillas no forman parte de la vida real.
Cómo actuar ante las pesadillas de los niños
Según Faros, con las pesadillas los padres pueden seguir los siguientes pasos:
Su presencia calma y relaja a los niños.
Hacer ver que las pesadillas no son la vida real, aunque en ocasiones den esa sensación.
Confortar y hacer ver que sentir miedo no es algo negativo.
Utilizar la imaginación y combatir así aquello que puede causar las pesadillas.
Tener la luz encendida. Realizar esta acción puede aportar al niño una mayor seguridad.
Ayudar al niño a volver a conciliar el sueño.
Escuchar con atención el relato del niño tanto la misma noche como al día siguiente.
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