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Bultos de grasa en la espalda: ¿qué provoca su aparición?

Existen diferentes tipos de abultamientos o nódulos que pueden aparecer en la espalda y que comúnmente se denominan bultos de grasa. Sin embargo, su aparición puede responder a diferentes causas. De hecho, el diagnóstico definitivo lo debe dar el patólogo al analizarlo al microscopio.



“La lesión más frecuente son los quistes epidermoides que, en realidad, están rellenos de queratina”, afirma Ángela Hermosa, dermatóloga miembro de la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Especifica que estos quistes son lesiones “de forma redondeada, de consistencia elástica y móviles a la palpación. Suelen tener un orificio central que en ocasiones drena un material blanco o amarillento con un olor característico”. También explica que suelen aparecer sobre todo en la cara o en la zona superior de la espalda.



Son diferentes a los bultos de grasa o lipomas, lesiones subcutáneas elásticas que se pueden desplazar un poco. “Se trata de tumores benignos muy frecuentes que se forman por una excesiva proliferación de adipocitos, células del tejido graso. Generalmente, no presenta síntomas ni se inflaman o infectan”, explica José Luis Ramírez Bellver, dermatólogo en la Clinica Dermatológica Internacional (CDI). Hermosa subraya que “estos lipomas se manifiestan como bultos mal delimitados de consistencia blanda”.


Existen otras lesiones que pueden aparecer en la espalda u otras partes del cuerpo y que también pueden denominarse bultos de grasa. Ramírez menciona como ejemplo las queratosis seborreas, lesiones presentes en la superficie de la piel. En este caso, se pueden tratar mediante crioterapia (nitrógeno líquido), láser o bisturí eléctrico.


Síntomas y precauciones

Los lipomas cutáneos aparecen como una lesión redonda que puede llegar a medir desde milímetros hasta incluso varios centímetros. Habitualmente no producen síntomas, salvo pequeñas molestias por roce o presión, aunque si su cápsula interior se rompe puede provocar una reacción inflamatoria y una sobreinfectación, causando dolores fuertes.


Si esto ocurre, hay que acudir al médico de cabecera. “Allí se encargarán de drenar pus, curar la zona y recetar antibióticos hasta su resolución. Una vez controlada la inflamación, lo recomendable es extirparlo para que no vuelva a dar problemas”, indica Ramírez.


Este tipo de bultos suelen tener carácter hereditario y pueden aparecer a cualquier edad y de forma indistinta tanto en hombres como en mujeres. “Algunos estudios encuentran que los lipomas son algo más frecuentes en mujeres”, señala el especialista del CDI. Aunque la portavoz de la AEDV discrepa: “Son estadísticamente más frecuentes en varones y suelen hacerse evidentes a partir de los 40 años”.


En lo que sí coinciden ambos es en que tanto los quistes como los lipomas no pueden prevenirse. “En pacientes con acné grave o acné nódulo-quístico, el tratamiento con isotretinoína puede disminuir la frecuencia de aparición de los quistes”, asegura Ramírez. “Por otra parte, las queratosis seborreicas, si bien también tienen componente genético sobre el que no podemos actuar, se piensa que aparecen como consecuencia del daño solar acumulado”, añade Hermosa.


En cualquier caso, los especialistas insisten en que al tratarse de lesiones benignas no es necesario extirparlas ni tratarlas, salvo en los casos que produzcan molestias, como los picores o roces habituales en la queratosis seborreicas. Y el ya mencionado dolor intenso provocado por la rotura de la cápsula en un lipoma, que debe tratarse adecuadamente por el médico y extirparse posteriormente


Técnicas de eliminación

Tanto para tratar los quistes como los lipomas, las lesiones suelen extirparse mediante cirugía, aunque en ocasiones también puede utilizarse la liposucción. “Se realiza una incisión, se extrae el quiste o el lipoma y se vuelve a cerrar la piel con puntos”, concreta el dermatólogo del CDI. Y advierte: “Cuando estos lipomas se presentan en la espalda debemos tener especial cuidado porque es una zona que, por la potente musculatura que tiene, no cicatriza excesivamente bien”. Por eso, se recomienda reposo relativo de la zona intervenida hasta la retirada de puntos, y así evitar que se abra la cicatriz.


“Para prevenir la infección de la herida quirúrgica, se recomienda una adecuada higiene y evitar la exposición solar para no desarrollar hiperpigmentaciones u oscurecimiento de la piel”, continúa Hermosa. Desde el punto de vista de Ramírez, el uso de parches o geles de silicona ayudan a mejorar la cicatrización, “y si vemos que la herida se abulta y se pone muy roja, hay que acudir al médico para que proceda a quemarla con láser y así impedir el desarrollo de una cicatriz hipertrófica o de un queloide”.



































































































































































































































































































































































































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