Los oftalmólogos advierten de las consecuencias de la queratopigmentación, una intervención para cambiar la coloración del ojo, tatuando la córnea. Dos expertos nos explican las severas consecuencias de reducir la transparencia de la córnea.
Estos días se ha hecho viral en redes sociales un tipo de intervención, la queratopigmentación estética, que consiste en tatuar la córnea para conseguir un cambio en la coloración del iris y, en consecuencia, en la apariencia del ojo, procedimiento sobre cuyos riesgos y posibles consecuencias negativas para la salud ocular advierten desde la Sociedad Española de Oftalmología.
La queratopigmentación consiste en la utilización de un láser para crear túnel en el interior de la córnea de modo que pueda ser utilizado como una especie de bolsillo intraestromal en el que introducir el pigmento del color que se quiere dar al iris, según explica Julián García Feijoo, jefe de servicio del Hospital Clínico San Carlos, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y secretario general de la Sociedad Española de Oftalmología.
Consecuencias de tintar la córnea
La cuestión es que la córnea, que es la capa más externa del ojo, es en condiciones normales transparente y darle una tinción puede tener consecuencias severas, como dificultar o impedir la exploración efectiva del ojo cuando sea necesario, indica Julián García Feijoo, por ejemplo en caso de necesidad de estudio de la mácula o de la retina.
Este experto destaca que, aunque quienes realizan este tipo de procedimiento aseguran que es reversible, “todo lo más será parcialmente reversible, y debemos de tener en cuenta que se está modificando un tejido vivo. Lo que se practica es un tatuaje en el ojo y si la realización de tatuajes en la piel no está exenta de riesgos y complicaciones en algunos casos, en el ojo menos aún”.
Además, aunque queda libre la parte central de la córnea, el jefe de Oftalmología del Clínico advierte sobre las dificultades que pueden producirse para explorar algunas partes del fondo de ojo, cuando sea necesario.
En la misma línea se pronuncia José Antonio Gegúndez Fernández, especialista en córnea del Hospital Clínico San Carlos, y vicesecretario de la Sociedad Española de Oftalmología, quien advierte sobre la falta de información actualmente respecto a las repercusiones que este procedimiento puede tener en el futuro en cuanto a ceguera y pérdida de transparencia de la córnea.
Posible necesidad de trasplante de córnea
De hecho, el doctor Gegúndez ha visto ya el caso de algún paciente sometido a este procedimiento de queratopigmentación con “una descompensación de la córnea que lo hace abocado al trasplante” e insiste en que “la córnea es una especie de cúpula transparente por algo. Lo que da color al ojo es el iris, no la córnea”.
Incógnitas sobre el mayor riesgo de glaucoma
Este experto advierte que no se conocen a día de hoy los efectos que puede tener este tipo de procedimiento a nivel intraocular a medio y largo plazo con posible mayor riesgo de glaucoma.
En la información que facilita una de las clínicas que en España realizan este procedimiento explican que la intervención suele requerir unos 45 minutos y que los resultados son visibles de forma inmediata. Aseguran que el procedimiento es similar al que se realiza en cirugía refractiva para abandonar el uso de las gafas.
Indican que se trata de una intervención segura, indolora y eficaz y que no requiere del uso de ningún tipo de implante intraocular, por lo que no afecta a las estructuras internas localizadas en el ojo, según la información de la clínica.
Sin embargo, desde la Sociedad Española de Oftalmología recalcan que no se dispone de ningún estudio científico que permita respaldar a día de hoy la eficacia y seguridad de ese procedimiento.
Otro procedimiento, despigmentar el iris
Otra de las opciones que se está utilizando para cambiar la coloración del ojo es la utilización de otro tipo de láser para decolorar el iris, es decir, que en este caso no se añade pigmento sino que lo que se va haciendo es quemar la zona más superficial del iris para que se vaya despigmentando, “pasando de un color marrón a una tonalidad verdosa o azulada”.
“Tampoco es un tipo de intervención sobre la que hoy existan estudios científicos que avalen su seguridad y eficacia”, señalan los doctores García Feijoo y Gegúndez.
Inflamación crónica y glaucoma secundario
Se trata de un tipo de intervención que puede dar lugar a inflamación crónica y a glaucoma secundario al procedimiento, dado que pueden quedar restos de tejido en la vaporización que pueden obstruir la zona de salida del líquido del ojo y, en consecuencia, aumentar la tensión ocular.
Implantar un iris artificial: resultados desastrosos
Una tercera opción que se utilizó hace algunos años en algunos países consistía en la implantación de un iris artificial de silicona teñido con el color escogido.
De las tres opciones esta es la más agresiva y la que conlleva más riesgos y complicaciones, como inflamación crónica del ojo y glaucoma. “La experiencia y los resultados con este procedimiento fueron desastrosos”, indica el doctor Gegúndez.
“Yo he operado a lo largo del tiempo tres o cuatro pacientes de glaucoma secundario a haberse sometido a este tipo de intervención”, añade Julián García Feijoo.
Desde la Sociedad Española de Oftalmología explican que en los próximos años la ciencia puede traer nuevas opciones en diversos campos y también en éste pero a día de hoy “lo recomendable es no someterse a intervenciones que puedan poner en riesgo la salud, sobre todo, cuando hablamos de consecuencias tan serias como la ceguera”.
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