Un estudio acaba de relacionar el consumo frecuente de pescado con un mayor riesgo de melanoma. Hasta ahora no se había encontrado ninguna asociación entre la dieta y el desarrollo del cáncer de piel más agresivo. Los expertos piden cautela al interpretar los resultados de la nueva investigación.
El consumo frecuente de pescado se relacionaría con un mayor riesgo de melanoma, según un estudio que se acaba de publicar en la revista Cancer Causes & Control, del grupo Nature. Los resultados de esta investigación han desatado una intensa controversia porque no están sólidamente afianzados y pueden contribuir a desviar la atención de los verdaderos factores de riesgo del cáncer de piel más agresivo, que no están vinculados con la dieta.
El polémico trabajo, realizado por científicos estadounidenses, muestra que el riesgo de melanoma maligno fue un 22% superior en las personas que ingirieron una media diaria de 42,8 gramos de pescado que en quienes consumieron 3,2 gramos al día de media. También constató que aquellos cuya ingesta diaria media era mayor tenían un 28% más de riesgo de desarrollar melanoma en etapa inicial (estadio 0), es decir, melanoma in situ.
Para examinar la relación entre la ingesta de pescado y el riesgo de melanoma, los autores del estudio analizaron los datos de 491.367 adultos estadounidenses, que habían informado de la frecuencia con la que comían pescado frito, no frito y atún, así como del tamaño de las raciones, durante el año anterior (una ración estándar son aproximadamente 140 gramos de pescado cocido).
La incidencia de nuevos melanomas durante un período medio de 15 años se calculó utilizando datos obtenidos de los registros de cáncer de Estados Unidos. Asimismo, los investigadores tuvieron en cuenta los factores sociodemográficos, el índice de masa corporal (IMC) y los niveles de actividad física de los participantes. También analizaron su historial de tabaquismo, la ingesta diaria de alcohol y café, las calorías ingeridas cada día, los antecedente familiares de cáncer y el promedio de niveles de radiación ultravioleta (UV) de la zona en la que vivía cada uno de ellos. Durante ese tiempo, unos 5.000 participantes desarrollaron un melanoma maligno, mientras que en otros 3.200 el cáncer se diagnosticó en estadio 0.
Posible explicación: arsénico, mercurio y otros contaminantes del pescado
La investigadora principal, Eunyoung Cho, de la Universidad de Brown (Rhode Island, Estados Unidos), ha expuesto la hipótesis que su equipo considera más plausible: “Especulamos que nuestros hallazgos podrían atribuirse a contaminantes del pescado, como bifenilos policlorados, dioxinas, arsénico y mercurio. Investigaciones anteriores han constatado que una mayor ingesta de pescado está asociada con niveles más altos de estos contaminantes dentro del cuerpo y se han identificado asociaciones entre estos contaminantes y un mayor riesgo de cáncer de piel”. No obstante, reconoce que su estudio “no investigó las concentraciones de estos contaminantes en el organismo de los participantes, por lo que se necesita profundizar en la investigación para confirmar esta relación”.
Las limitaciones de este estudio no se limitan a la ausencia de ese dato. Los propios investigadores advierten que la naturaleza observacional de la investigación no permite establecer una relación causal entre la ingesta de pescado y el riesgo de melanoma. Es más: tampoco tuvieron en cuenta en su análisis factores de riesgo fundamentales del melanoma, como el número de lunares (nevus) de cada individuo, el color del pelo, los antecedentes de quemaduras solares graves o los hábitos de exposición solar. Además, dado que la ingesta diaria promedio de pescado se calculó al comienzo del estudio, es posible que no sea representativa de las dietas de los participantes a lo largo del tiempo.
Puntos fuertes y débiles del estudio
Los autores del estudio reconocen que sus resultados no pueden conducir a ningún cambio en las recomendaciones actuales encaminadas a la prevención del melanoma. Así lo corrobora el dermatólogo Eduardo Nagore, jefe clínico del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología (IVO), quien cree que el trabajo “tiene algunas virtudes”, entre las que destaca la potencia que le otorga “utilizar muchísimos miles de pacientes”, así como “un cuestionario estructurado y un tiempo de evolución suficiente”.
Sin embargo, considera que las conclusiones hay que valorarlas con mucha cautela porque “no se han incluido los factores de riesgo que están bien establecidos en melanoma: número de nevus, el tipo de piel, las quemaduras solares…”, recalca el médico. Al no tener en cuenta estos elementos cruciales, las interpretaciones pueden ser muy variopintas. “Por ejemplo, si a una persona que tiene muchos lunares le dicen que tiene una mayor predisposición a padecer melanoma, puede decidir empezar a cuidarse más y hacer una dieta más sana y equilibrada, con más pescado y menos carne”. Si esa persona desarrolla un melanoma, la verdadera razón será que tenía un mayor riesgo por sus numerosos nevus, y no por sus hábitos dietéticos. Pero como es algo que no se ha evaluado en el estudio, se llegará a la conclusión de que puede haber influido la ingesta de abundante pescado.
Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y autor del blog Gominolas de petróleo, apunta otra posible explicación: “¿Las personas que consumen más pescado desarrollan melanoma con más probabilidad debido a algún componente de este tipo de alimento o quizá se debe a que viven en zonas de costa y toman el sol con más frecuencia que las de zonas de interior, donde se suele comer menos pescado y se toma menos el sol?
Pautas para prevenir el melanoma
Una dieta sana contribuye a un mejor estado de salud y ayuda a prevenir el cáncer, pero no existe ninguna recomendación específica para la prevención del melanoma y, en general, el cáncer de piel. En cambio, sí que existen unos factores de riesgo muy claros que dan pistas muy valiosas para la prevención de este tipo de tumores. Estos son los principales consejos:
Protección frente a la exposición excesiva al sol: evitar las horas de mayor radiación UV, buscar siempre la sombra, usar crema fotoprotectora, usar camiseta y gorra o sombrero, proteger especialmente a los bebés y niños pequeños…
Revisión de los lunares mediante autoexploración y visitas periódicas al dermatólogo.
Recomendaciones sobre consumo de pescado
En cuanto al pescado, cabe recordar que su consumo habitual encaja perfectamente en el patrón de dieta mediterránea y nada hace pensar que esta consideración vaya a cambiar próximamente. Tanto el blanco como el azul proporcionan nutrientes muy valiosos. Las recomendaciones actuales del Ministerio de Sanidad únicamente limitan su consumo en algunos grupos poblacionales especialmente vulnerables a la presencia de contaminantes.
“La legislación establece límites para los contaminantes más importantes, como el mercurio”, corrobora Lurueña. Sin embargo, como hay pescados en los que el mercurio se puede encontrar en cantidades que podrían superar las consideradas seguras en población especialmente vulnerable, “se recomienda que las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, así como los niños menores de 10 años, eviten el consumo de pez espada, tiburón, lucio y atún rojo”. Además, se recomienda alternar el consumo de especies de pescado azul con otras de pescado blanco. “El pescado azul contiene más grasa y es ahí donde se acumulan algunos compuestos contaminantes, como los metales pesados”, aclara el tecnólogo de alimentos.
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