“Los cuentos aportan calma interior a los niños; les hacen fijar la atención y olvidarse de lo demás. Son, como también la lectura en los adultos, entrenadores emocionales con los que desarrollar herramientas de prevención de situaciones difíciles y de tolerancia y manejo de la frustración. De ahí su valor terapéutico”. La psicóloga Begoña Ibarrola, investigadora, docente y autora de relatos infantiles, habló así a los dos mil pediatras que asistían en Zaragoza a la inauguración del 66 Congreso de la Asociación Española de Pediatría.
A todos entregó Begoña Ibarrola seis recetas para la salud de sus pacientes: “Un cuento todos los días; generar espacios de paz enseñando técnicas de autocuidado emocional; atender las necesidades emocionales de los niños con lecturas que generen emociones diversas; salir del mundo a través de la imaginación como evasión terapéutica; utilizar el cuento como entrenador emocional, para que los niños adquieran palabras para expresarse; y potenciar la escritura de cuentos en los padres, para sus hijos, incluso en los adolescentes”.
Ibarrola aludió a los escaneos cerebrales realizados “cuando uno está absorto en la lectura” y confirmó que “se activa el cerebro como si estuviéramos viviendo esas situaciones; el cerebro no distingue en esos momentos entre lo imaginado y lo vivido. Por eso leer, explorar otras conductas humanas y otras situaciones, tiene esa tremenda carga terapéutica”.
Refiriéndose al niño enfermo, la psicóloga destacó los beneficios de la sonrisa: “Quien la recibe -de su pediatra o través de un cuento- genera oxitocina; la sonrisa abre corazones, genera confianza, relajación y seguridad. La alegría es, de todas, la emoción más sanadora, por eso son tan saludables los cuentos que hacen reír”. Aconsejó a los presentes en el Congreso de Zaragoza formarse para comunicar malas noticias; “el estado emocional ha de ser favorable a la curación”.
Recomendó no negar el miedo, sino “aminorarlo con cariño y confianza y con el mensaje de que ser valiente no significa no tener miedo, sino ser capaz de enfrentarse a él”. Nuevamente la empatía, esa emoción de manejo diario del médico. Ya que “las emociones de larga duración tienen que ver con el sistema endocrino e inmunológico, veámoslas como aliadas de la salud”. Y a los cuentos como proveedores de esas emociones que tanto nos interesan.
Cuando a los niños pequeños se les leen cuentos -relató Ibarrola- se produce la “magia emocional de la escucha”. A su juicio, “es muy importante el tono de voz, que genera un espacio emocional, que recrea universos más allá de lo escrito”. Y entonces el niño querrá escuchar el mismo cuento una y otra vez. ¿Por qué? “Porque esta repetición fortalece las conexiones neuronales, porque la anticipación mejora el autocontrol y porque se comprenden significados de segundo plano”.
Ibarrola empezó contando que, una vez, en 1794, a un niño recién operado de un tumor su madre le contó un cuento. Ese niño era Jacob Grimm. Y terminó diciendo: “Bienestar es estar bien, no sólo estar sano”.
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