En el año 2015, 415 millones de adultos (1 de cada 11) en el mundo tenían diabetes. Para 2040 se prevé que esta cifra aumente a 642 millones; de hecho, se estima que cada 3 segundos aparece un nuevo caso a nivel mundial. Así lo explican la Sociedad Española de Diabetes (SED) y su Fundación (FSED), con motivo del Día Mundial de la Diabetes 2017, que anualmente convoca la Federación Internacional de Diabetes (IDF, en siglas inglesas) el 14 de noviembre.
“Antiguamente, la principal carga de salud en las personas mayores con diabetes era el riesgo elevado de complicaciones macro y microvasculares. Sin embargo, en estos pacientes coexisten muchas condiciones médicas que no están típicamente asociadas con la diabetes, como la disfunción cognitiva, la depresión, la discapacidad funcional, caídas, polimedicación, incontinencia urinaria y dolor crónico”, afirma Medha Munshi, directora del Programa de Diabetes Geriátrica y profesora asistente de Medicina en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts (Estados Unidos).
La especialista añade que estas condiciones podrían interferir en la capacidad del diabético para realizar su autocuidado, desde la monitorización de la glucosa hasta el seguimiento de un régimen complejo de insulina, pasando por entender el papel de la dieta y el ejercicio en sus picos de glucosa. Estas dificultades pueden llevar a un riesgo elevado de errores de terapéuticos o, incluso, a una falta de adherencia al tratamiento, incrementando las hipoglucemias (o bajadas de glucosa) y un mal control de la glucemia. Las consecuencias, en último caso, serían una mayor morbilidad y mortalidad. Por ello, “antes de desarrollar un plan de tratamiento y manejo de la enfermedad para el paciente mayor, es clave valorar cuidadosamente todas las patologías potenciales”.
Principales complicaciones en el paciente mayor
La disfunción cognitiva puede hacer más difícil en estos pacientes el seguimiento médico y nutricional, así como los regímenes de ejercicio. En esta población, la omisión de alguna comida podría conllevar a hipoglucemias, mientras que la administración de dosis incorrectas de la medicación o en momentos equivocados sería habitual.
La depresión en estos enfermos se asocia a un peor control glucémico, a un incremento de la discapacidad funcional y del riesgo de enfermedad coronaria, así como a una mayor mortalidad.
La reducción de la función física en los adultos mayores con diabetes es un hecho. Su probabilidad de tener que usar ayudas para la movilidad (muleta o andador) es mucho más alta, en comparación con los pacientes de menor edad. Un asistente social podría ayudar a establecer en estos casos un sistema de apoyo para estos pacientes.
El riesgo de incontinencia urinaria, sobre todo en mujeres diabéticas mayores, es frecuente.
El reto de cambiar la dieta
Según Munshi, modificar la dieta de los diabéticos supone un gran reto en la vejez. “factores como el apetito disminuido, comer en soledad, los problemas para masticar y tragar y un descenso en su actividad diaria alteran la capacidad del paciente para alimentarse según las recomendaciones. Además, la diabetes requiere que la gente sea consciente de su consumo de carbohidratos en todo momento”.
Por lo tanto, es importante simplificar las recomendaciones dietéticas para los adultos mayores con diabetes. En lugar de aprender al detalle el recuento de carbohidratos y la sensibilidad a la insulina, algunos adultos mayores siguen mejor las instrucciones sencillas, como la elección de carbohidratos complejos sobre los simples.
El 1,2,3 del ejercicio
“El ejercicio es crítico en los mayores no sólo para mejorar la diabetes, sino también su salud general y su calidad de vida y evitar la dependencia de los cuidadores”, señala la profesora de Harvard.
En cuanto al tipo de actividad, todos los adultos mayores necesitan realizar tres tipos de ejercicio:
1. Actividad aeróbica para mejorar la salud cardiopulmonar.
2. Entrenamiento de resistencia para mejorar el acondicionamiento muscular y el fortalecimiento
3. Ejercicios de flexibilidad, como yoga o Tai chí y pilates.
Por ejemplo, aconseja Munshi, los mayores que son completamente sedentarios deberían caminar dentro de casa de 2 a 5 minutos entre dos y tres veces al día. A los más activos se les pueden prescribir varias actividades aeróbicas: caminar, nadar o hacer bicicleta estática. También son útiles los ejercicios con mancuernas para aumentar la resistencia.
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