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Deporte al aire libre en invierno: ¿por qué hay que proteger la piel?

Actualizado: 16 feb 2023

El frío puede ser un elemento disuasorio de realizar actividades al aire libre. Sin embargo, mientras que una parte de la población prefiere invernar hasta que suban las temperaturas, otros siguen disfrutando del ocio y las actividades deportivas.



Esquí, ciclismo, senderismo o montañismo son solo algunos de los ejemplos de deportes que durante los meses más fríos del año mantienen la práctica o comienzan cuando descienden los grados del termómetro. Durante el tiempo que duran estas temperaturas bajas los deportistas suelen extremar las precauciones y adecuar la práctica a las circunstancias que se encuentren, aunque siempre hay un gran olvidado: la piel.



Y es que el frío, el viento, la humedad, la calefacción y la contaminación tienen un impacto y unas consecuencias en la misma y pueden ser factores de riesgo de lesiones, entre otros. “Aunque las bajas temperaturas implican que por lo general vayamos más cubiertos de ropa, no hay que olvidar que gran parte de la cara suele quedar expuesta a las inclemencias del tiempo. Además, la nieve y el hielo reflejan de manera considerable gran parte de la radiación ultravioleta, hecho que incrementa los efectos nocivos del sol sobre nuestra piel y el riesgo de quemaduras solares, así que no debemos olvidarnos del fotoprotector y de volver a aplicarlo con cierta frecuencia en esas zonas expuestas”, advierte Rosa Taberner, dermatóloga en el Hospital Son Llàtzer, en Palma de Mallorca y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).


Si la exposición al frío es prolongada puede causar desde la coloración rojo-morada de manos y pies no dolorosa por vasoconstricción, hasta sabañones e incluso congelación. “Hay algunos factores que aumentan el riesgo de congelación: el consumo de alcohol o drogas, la edad avanzada, los problemas circulatorios, el tabaquismo, la deshidratación, y la altitud elevada”, explica José D. Domínguez Auñón, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario del Henares, en Coslada (Madrid).


Domínguez señala que además existen enfermedades más raras que se activan por el frío y que conviene diagnosticar a tiempo para evitar daños potencialmente evitables, como la enfermedad de Raynaud, la urticaria por frío, la paniculitis por frío o las crioglobulinemias, por ejemplo.


La nariz y los labios, los grandes olvidados

En condiciones de frío intenso el cuerpo tiende a mantener la temperatura central a expensas de las que mantienen las extremidades, que pasan a la temperatura ambiente. Por ello, Domínguez recomienda que durante los meses de frío se hidrate y proteja adecuadamente todo el cuerpo pero especialmente la cara y las manos, las partes más expuestas a las bajas temperaturas. Si nos centramos en la cara, la nariz y los labios son dos áreas que suelen pasar más desapercibidas para el deportista.


“El frío y el ambiente seco provocan que se resequen las mucosas, sobre todo los labios y la nariz”, explica Taberner. “Los labios se agrietan y pueden llegar a sangrar, y en personas susceptibles puede hacer que presenten una reactivación de un herpes simple labial, con vesículas y costras que producen unas molestias considerables. Para prevenir este problema se recomienda hidratar los labios con productos adecuados, ya sea en barrita o en crema, y a ser posible que incluyan fotoprotección, llevarlo siempre encima y volver a aplicarlos frecuentemente”.


“Debemos evitar humedecerlos con saliva, ya que esto aumenta la irritación y la sequedad”, advierte Domínguez, quien explica que la nariz y las orejas son las zonas que se ven afectadas con más frecuencia por congelación superficial. “Se caracteriza por una rojez dolorosa (aunque posteriormente puede haber sensación engañosa de calor confortable) y más tarde piel de aspecto céreo o blanquecina, que se suele resolver con el recalentamiento”.


Para la sequedad nasal (que puede incluso provocar pequeños sangrados), Taberner señala que existen productos específicos de venta en farmacias.


¿Cómo debe cuidar el deportista su piel?

Para evitar que aparezcan problemas y lesiones en la piel y siempre que no exista una enfermedad dermatológica previa (en cuyo caso se tendrán que añadir otros cuidados), Taberner indica que una persona sana que practique deporte en invierno únicamente deberá tener en cuenta los aspectos relacionados con la protección frente a la radiación solar y al hecho de que la piel se va a secar más en invierno.


“Vamos a precisar un plus de hidratación y evitar la utilización de jabones agresivos para la piel. En zonas de fricción puede ser una buena idea la aplicación de determinadas cremas barrera que pueden ayudar a evitar rozaduras”, apostilla la portavoz de la AEDV.


Además, Domínguez Auñón añade que debemos recordar que algunas áreas como las mejillas, los labios, el cuello, el escote y las manos y pies son más sensibles al frío.


“Hay que usar ropas adecuadas, evitar el frío y la humedad, mantener los pies secos y no fumar. Conviene hidratar con emolientes adecuados la piel varias veces al día, particularmente los que padecen algún tipo de dermatosis (dermatitis atópica, psoriasis). En la cara, la textura de la crema ideal dependerá del tipo de piel, siendo los geles o fluidos mejores para las pieles mixtas o grasas y las cremas para las pieles maduras o secas. En el resto de la piel conviene aplicar cremas muy emolientes que eviten la deshidratación (con lanolina, glicerina, ceramidas,…)”, describe el especialista.


Otras recomendaciones que debe tener en cuenta el deportista son:


Ropa adecuada



El jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario del Henares recomienda utilizar ropa protectora suficiente y siempre que la actividad lo permita guantes. “La dermatitis del dorso de las manos es frecuente es esta época invernal, especialmente en los que por razones laborales o por costumbre se las lavan de forma repetida; también es particularmente importante en personas con especial sensibilidad al frío y facilidad para desarrollar sabañones o fenómeno de Raynaud -dedos fríos que tornan en color blanco, azulado y rojo-”.Los gorros que protejan las orejas e incluso orejeras también son recomendables.


Respecto a la ropa, la que contacta con la piel debe ser de tejido natural (algodón, lana, merino) o sintético especial que además de conservar el calor permita la evaporación del sudor. “No debe estar demasiado ceñida a la piel ya que impide la correcta transpiración de la piel provocando descamación y maceración. Un consejo clásico es colocarse la ropa en capas (como una cebolla) para controlar el frío y la humedad y conservar el calor corporal. En general, se aconsejan tres capas de ropa para un buen aislamiento, de más fina (en contacto con la piel) a más gruesa, siendo la última impermeable. Una bufanda será importante si no disponemos de abrigo suficiente a nivel del cuello”, añade.


Higiene personal



Es recomendable, si es posible, no darse más de una ducha al día evitando el agua excesivamente caliente para no dañar el manto hidrolipídico cutáneo. “Los aceites de ducha/baño disponibles en el mercado que limpian e hidratan a la vez son recomendables en este ámbito”, apostilla.


Siempre con protección solar



La protección contra el sol en las horas centrales del día (entre las 10 y las 16 horas) sigue siendo fundamental en invierno y especialmente en la nieve ya que ésta refleja el 80 por ciento de la radiación solar.


“Dada la sensación de frío la exposición solar puede resultar muy placentera y nos hace olvidar que sigue siendo igualmente perjudicial y nos puede provocar quemaduras, nada infrecuente en la cara en invierno. Los ojos necesitan también protección solar por lo que siempre usaremos las gafas de sol”, recomienda.


Ojo a los cambios bruscos de temperatura



En las pieles más sensibles con tendencia a la rosácea o cuperosis (mejillas rojas con vasos dilatados) hay que tener especial cuidado con los cambios bruscos de temperatura.


Además, hay que intentar que la temperatura ambiente en casa no supere los 22º. “También es recomendable un humidificador o, si no lo tenemos, poner toallas húmedas o recipientes con agua en los radiadores”, señala Domínguez.


¿Cómo hay que comer?



La alimentación debe aportar suficientes calorías y hay que beber entre 1,5-2 litros de agua diarios ya que con el frío la sensación de sed es menor.


El consumo de frutas y verduras, legumbres y hortalizas aporta vitaminas y antioxidantes necesarios para mantener los mecanismos de defensa naturales de la piel.


“Evitaremos el tabaco, que aumenta la vasoconstricción empeorando los efectos del frío extremo, y el alcohol, otro factor que aumenta el riesgo de presentar lesiones por congelación”, concluye.


























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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