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La abuela

Drogas: qué debes saber para prevenir la adicción

En España el 75,2% de la población consume alcohol. De todos ellos, cerca del 20% reconoce haberse emborrachado en el último año y el 38% afirma considerarse bebedor habitual. Sin embargo, solo un 7,1% cumple los criterios para la drogadicción del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5). Éste no es más que un ejemplo en representación de lo que ocurre con otras sustancias legales o ilegales como el tabaco, el cannabis, la cocaína o el éxtasis: solo un porcentaje menor de los que se acercan a las drogas acaban padeciendo una adicción.



Se sabe que las drogas tienen per se un efecto sobre el organismo y que el cerebro humano es susceptible de generar una dependencia a las mismas. La dependencia, que se define en términos generales como la necesidad irrefrenable de consumir, es uno de los componentes clave de la adicción junto con las consecuencias graves que se derivan de ella. La dependencia se produce a través de la acción repetida de consumo que lleva a que el cerebro -que es un órgano plástico- aprenda a funcionar bajo sus efectos. Si bien cualquier persona puede generar una dependencia a las drogas, no todo el mundo que las consume es igual de proclive a desarrollar una adicción.



La adicción es una enfermedad compleja y pertenece a la categoría de aquellas que tienen un origen multifactorial. Esto quiere decir que, a diferencia de las enfermedades en las que la mera presencia de un solo factor (o causa) basta para producirlas, su desarrollo necesita de la existencia de múltiples factores que coincidan en un momento determinado. Cabe mencionar que la contribución de estos factores es variable por lo que se habla de factores asociados más que de causas propiamente dichas.


Factores de riesgo para desarrollar una adicción

En los últimos años, los investigadores y los profesionales de la salud han puesto todos sus esfuerzos en identificar todo elemento o circunstancia que aumenta la probabilidad de una persona de desarrollar una adicción. Estos elementos o circunstancias reciben la denominación de “factores de riesgo” e implican que las personas afectadas por uno (o varios) de ellos presentan un riesgo mayor al de las personas sin dicho factor. ¿Cuáles son los factores de riesgo más conocidos hasta el momento?


El círculo social. Los estudios en animales sugieren que el consumo de drogas que hace uno de ellos puede verse afectado por el consumo que hace su compañero de jaula. No es muy distinto en los seres humanos. Se sabe que muchas personas se inician y mantienen en el mundo de las drogas porque así lo hacen sus amistades o porque han normalizado el consumo que ven en sus familiares o en su círculo laboral.

Disponibilidad de drogas. El acceso a la compra de la sustancia o la falta de políticas de protección antidrogas, por ejemplo, en los colegios o en los supermercados, facilitan la adquisición de estas sustancias y su consumo cada vez a edades más tempranas.

Herencia genética. Los genes influyen en la forma en que las personas responden a su entorno. Estudios de familias que incluyen gemelos idénticos, mellizos, niños adoptados y hermanos sugieren que el riesgo que tiene una persona de desarrollar una adicción depende entre un 40% y un 60% de su genética. Son numerosísimos los estudios que subrayan la importancia de los genes y, aunque se han ido descubriendo más de 400 ubicaciones en el genoma que influyen en el consumo de drogas, todavía no existen biomarcadores cuya presencia permita cuantificar el riesgo de adicción que tiene una persona.

Adolescencia. La adolescencia se caracteriza por la falta de madurez de la corteza prefrontal del cerebro (región donde residen las funciones ejecutivas dirigidas a planificar y controlar el comportamiento). La predilección por el riesgo y por el placer en esta etapa procede del desequilibrio entre la inmadurez de la corteza prefrontal y el resto de regiones subcorticales (vinculadas a las emociones). Por esta razón, un adolescente que no tenga a su lado un adulto en quien confiar, que le ponga límites y que le prevenga de las consecuencias de sus actos podría tener un mayor a realizar conductas de riesgo como el consumo de drogas.

Dificultad para el manejo de las emociones. El consumo de drogas funciona para muchas personas como mecanismo para afrontar la realidad. Son muchas las que consumen con el fin de lograr la aceptación del grupo, para mitigar aspectos de su personalidad que rechazan (por ejemplo, la timidez) o como fórmula para compensar una baja tolerancia al malestar, al aburrimiento o a la frustración.

Falta de asertividad. La asertividad se define como la capacidad para expresar aquello que se quiere transmitir con firmeza y respeto hacia los demás. Se es asertivo cuando se sabe decir que 'no' de manera educada y sin culpa. Empujadas por el temor a ser excluidas o rechazadas muchas personas se sienten incapaces de negarse ante la presión de grupo y acaban iniciándose o recayendo en el consumo de drogas.

¿Cómo prevenir el consumo de drogas?

Conocer los factores de riesgo de la adicción hace de éste un problema susceptible de prevención. La prevención tiene el propósito último de evitar que se produzca el consumo, lograr que se retrase la edad de inicio o evitar que acabe convirtiéndose en un problema para la persona y su entorno social. Para ello resulta imprescindible eliminar o modificar en la medida de lo posible los factores de riesgo para transformarlos en factores de protección -elementos o circunstancias que disminuyen la probabilidad de desarrollar una adicción-:


Conviene fomentar una actitud saludable hacia las drogas. El miedo o la no consideración del tema (tema tabú) pueden ser contraproducentes. Se aconseja promover el pensamiento crítico a través de información objetiva que permita poner en balance los beneficios y los perjuicios de consumir.

Entrenamiento en regulación emocional y habilidades sociales. Una persona que maneja adecuadamente sus emociones no necesitará encontrar otras vías para compensarlas. Asimismo, quien tiene un buen entrenamiento en habilidades de comunicación y específicamente en asertividad tiene mayor facilidad primero para no verse arrastrado por la presión que ejerce el grupo y segundo para elegir mejor los círculos en los que uno se mueve y para establecer relaciones de mayor calidad basadas en la independencia de sus miembros.

Tener un alto repertorio de actividades de ocio saludables es otro factor protector del consumo. Numerosísimos estudios afirman que aquellas personas que dedican tiempo a realizar actividades agradables tienen una mejor salud mental en términos de autoestima, tolerancia al malestar, percepción de calidad de vida, etc.

Las políticas antidrogas que dificulten el acceso a las mismas, sobre todo en los colegios o en supermercados, ayudan a retrasar la edad de inicio o la inmediatez de la recaída.



































































































































































































































































































































































































































































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