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La abuela

¿El alcohol calienta realmente tu cuerpo?

Es frecuente que el alcohol provoque una sensación de calor. Lo cierto es que, lejos de que aumente la temperatura corporal, produce el efecto contrario: el riesgo de sufrir hipotermia es mayor.


Que si el alcohol ayuda a superar el cansancio, que si se elimina antes con el café, que si facilita las relaciones sexuales, que si bla, bla, bla. Son numerosos los bulos que circulan alrededor de esta sustancia, protagonista para muchos en las noches de desenfreno. Sin embargo, sobra decir que la fiesta no es la única culpable de vaciar botellas y llenar copas. Entre las numerosas causas que conducen al alcohol, el frío es una de ellas. Seguro que en la pequeña o gran pantalla has visto alguna vez la típica escena de una persona con nieve hasta en las cejas que, soltando vaho por la boca y frotándose las manos, recurre al aguardiente para entrar en calor. Bien, pues hasta aquí el mito. El alcohol, lejos de calentar el cuerpo, produce el efecto contrario y te vamos a contar por qué.


Eso sí, primero conviene entender cómo se regula nuestra temperatura corporal y de qué manera interpretamos los grados que marca el exterior. “La sensación de frío o calor se produce por la activación de unos receptores nerviosos que tenemos en la piel y en algunas mucosas y que nos permiten identificar cambios en la temperatura, tanto por la propiedad de lo que está produciendo ese frío o calor (ya sea un hielo, algo caliente o el propio ambiente), como por nuestra temperatura corporal”, detalla Miguel Ángel Acosta Benito, del Grupo de Trabajo de Atención al Mayor de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).


El especialista señala que toda esa información viaja por los nervios hasta la médula espinal y, de ahí, llega al cerebro. En concreto, son varias las regiones internas cerebrales, como el hipotálamo, las que se encargan de interpretar si esa sensación es de frío o calor por sí misma y en relación con nosotros. Así, es el cerebro el responsable de regular nuestra temperatura.


En este punto, “el alcohol puede provocar la sensación de calor porque genera dilatación de los vasos sanguíneos que se localizan debajo de la piel, a la vez que condiciona que la circulación más profunda disminuya”, detalla Hugo López, vicepresidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (Socidrogalcohol). Esta dilatación provoca un incremento en el flujo de sangre de esta zona y de ahí viene esa impresión de mayor calor. No obstante, el experto señala que “la temperatura corporal no cambia por la ingesta de alcohol”.


En realidad, “se está perdiendo dado que ese mayor flujo de sangre hace que precisamente se disperse más calor por la piel hacia el exterior”, afirma Miguel Marcos, coordinador del Grupo de Alcohol y Alcoholismo de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), quien resume: “Aunque el consumo de alcohol puede producir una agradable sensación de calor, la temperatura de nuestro cuerpo realmente no solo no se incrementa, sino que se favorece su descenso, en especial en ambientes fríos”.


¿El alcohol aumenta las probabilidades de sufrir una hipotermia?

Efectivamente. Como explica Marcos, “el alcohol interfiere con uno de los mecanismos normales de ahorro de temperatura de nuestro cuerpo en climas fríos, que es cerrar un poco los vasos sanguíneos más periféricos para evitar perder calor mientras que mantiene el flujo en los órganos internos".


De este modo, las bebidas alcohólicas causan vasodilatación cutánea y, por tanto, una mayor pérdida de calor por la piel. Esto hace que se corra un mayor riesgo de hipotermia en climas fríos.


Duchas de agua fría, prohibidas para eliminar el alcohol

Como consecuencia de lo anteriormente explicado, desde el Ministerio de Sanidad se advierte que “en situaciones de embriaguez hay que abrigar y proporcionar calor a la persona y nunca intentar espabilar con duchas frías”.


Además, darse una ducha de agua fría tampoco va a acelerar el metabolismo del alcohol. Eso sí, Gerardo Florez, miembro de la Junta Directiva de Socidrogalcohol aclara que “contrarresta la intoxicación a nivel sedativo. El alcohol es un agente que, al principio, produce euforia porque inhibe las partes inhibitorias de la conducta del cerebro, pero pasa a ser sedativo a partir de un momento determinado”.


















































































































































































































































































































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