top of page
¡PREVENIR UN CÁNCER PROSTÁTICO ES LA SOLUCIÓN

50% OFF

NO DEJES PASAR ESTA OPORTUNIDAD

50 %OFF
Good Prost.png
La abuela

En ojo vago el parche solo es útil combinado con terapia visual

La mejor forma de detectar si un niño es ambliope o tiene un ojo vago es observar cómo juega y cómo se desenvuelve en su entorno. Así, como explica a Correo Farmacéutico Ernesto Marco, farmacéutico y óptico-optometrista y exvocal de Óptica del COF de Madrid, “suelen ser niños más torpes que tropiezan frecuentemente, porque no pueden calcular adecuadamente las distancias debido a que no tienen una visión espacial (estereopsis)”. Por todo ello, es habitual que “no les gusten los deportes de pelota rápida, como el tenis o el pádel, por la dificultad en la respuesta”, detalla.



Manuel Cebeiro, profesor de un curso sobre este problema visual organizado por el Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia e impartido a finales de abril, resalta también que “no les gusta subirse a columpios ni experimentar con el entorno”. Y otros detalles curiosos: “Cuando son muy pequeños no suelen pasar por todas las etapas del desarrollo motor, como el gateo; cuando crecen, al colorear suelen salirse de los contornos más de lo normal, y cuando son mayores, sobre todo las niñas, llevan el flequillo del pelo tapando el ojo por el que ven peor”, apunta el óptico del colegio gallego.


Según los expertos, este trastorno se suele diagnosticar bastante pronto, entre los 3 y 5 años, y esto es importante porque, “cuanto antes se detecte y antes se trate, más probabilidades hay de llegar a la normalidad con menos esfuerzo”, afirma Olga Esteban Fernández, experta en terapia visual y ortoqueratología y miembro de la asociación de utilidad pública Visión y Vida.


En su opinión, “lo idóneo es que después de haber ido al oftalmólogo para descartar cualquier patología sea un optometrista comportamental el que realice un análisis completo de su funcionamiento visual y se obre en consecuencia”. Como especifica Marco, lo primero que hacen es buena graduación y después pruebas de fijación, entre otras.


La buena noticia es que en la actualidad el ojo vago, con independencia de la edad, tiene solución, defiende Marco, aunque es cierto que los resultados son mejores cuando el paciente es de corta edad. “Las antiguas corrientes decían que no había solución a partir de los 8-10 años y, hoy en día, se puede tratar en todas las edades”. Este posicionamiento es respaldado por Cebeiro, quien sostiene que, “debido a la plasticidad cerebral, se puede rehabilitar, aunque con cierta cautela, cualquier ojo vago”.


En la retina de todos está la imagen del niño con un parche para corregir la ambliopía. Cebeiro reconoce que ésta es la terapia clásica; ahora bien, alerta de un posible uso indiscriminado: “Cuatro horas de parche son las más efectivas si se combina con entrenamiento visual activo”. Y añade: “Los oftalmólogos americanos han llegado a la conclusión de que no por más horas de parche se va a mejorar la visión. Así, la relación en cuanto a horas efectivas de uso sería la siguiente: para un niño de un año se tendría que poner una hora al día; con 2 años, dos horas, y a partir de los 5 años, siempre cuatro horas, no más”. Asimismo, insiste en que no debería emplearse más allá del periodo comprendido entre tres y seis meses “si se combinan con terapias visuales”.


En el otro extremo están aquellos padres que, por la incomodidad que supone, acaban por retirarlo antes de tiempo sin respetar las horas necesarias ni la duración del tratamiento.


Irritación en la piel

Otro problema añadido y relacionado con el parche es la posible irritación en la piel que pueda producir, sobre todo en niños atópicos. En estos casos, lo mejor es usarlos el menor tiempo posible, aplicar “pomadas específicas que disminuyan el prurito y la irritación”, como aconseja Marco, o directamente emplear otras alternativas, que las hay. Y es que, en general (al margen de las irritaciones cutáneas asociadas), los ópticos-optometristas no son muy partidarios de esta terapia, sobre todo porque hoy existen otras “más modernas, efectivas y menos agresivas” que el parche, como manifiesta Esteban Fernández.


En esta línea, Cebeiro menciona los filtros oclusores que van pegados a la gafa. “Son láminas traslúcidas con una densidad determinada, según lo que quieras reducir la visión, que permiten bajar la visión del ojo bueno sin perjudicar la visión periférica. Con esto se consigue que los dos ojos vean por igual y, por tanto, el cerebro recibe dos imágenes de la misma calidad”.


El exvocal de Óptica del COF de Madrid celebra la innovación que en este campo se ha producido y que ya está aplicándose en las consultas de los ópticos-optometristas: “Actualmente se trabaja con medios tecnológicos, como programas informáticos avanzados, que permiten disminuir el tiempo del tratamiento a la vez que mejoran el rendimiento y el resultado”.


Terapia visual y revisiones

Ahora bien, la clave de la recuperación de un ojo vago es la terapia visual. “Además de desarrollar la agudeza visual –manifiesta la portavoz de Visión y Vida– se fortalecen las funciones binoculares y todas las habilidades visuales que se necesiten, con la intención de evitar los retrocesos y lograr un buen rendimiento y confort visual, que es la estrella polar de la optometría comportamental. Después, se hacen unos mínimos ejercicios de mantenimiento y los controles anuales para continuar con las habilidades adquiridas”.


Cebeiro concreta cómo trabajan: “Nos centramos en la agudeza y la precisión visual, la sensibilidad al contraste (mejorando la visión con detalle), la motilidad ocular, la coordinación visomotora y el enfoque”.


Asimismo, añade, que desde casa, a modo de refuerzo y siempre pautado por un profesional y con un seguimiento posterior, el paciente puede hacer unos ejercicios sencillos que pueden llevar de 10 a 15 minutos, y consisten, por ejemplo, en engarzar objetos pequeños en un palo o picar con un punzón una silueta, siguiendo un trazado sin salirse.


Ahora bien, hace una salvedad: “Son ejercicios que deben estar estructurados y perfectamente pautados. Llevarlos a cabo sin control no sirven de nada. Por tanto, deben de verificarse en consulta los resultados obtenidos”.


Un problema visual con múltiples causas

El ojo vago o ambliope es un trastorno visual que afecta a un 3 por ciento de los niños y se produce generalmente como consecuencia de la diferencia de graduación (dioptrías) entre un ojo y otro, ya que uno ve mucho mejor que otro, y el cerebro es incapaz de fusionar la imagen que le llega de ambos, desechando la más borrosa, lo que conlleva a que el que peor ve deje de trabajar, pero pasa desapercibido porque el niño ve bien.


Detrás de esta enfermedad, descrita por Marco, hay múltiples causas, “que afectan al desarrollo de la visión y/o su funcionamiento”, según Esteban. Así, la experta afirma que, por ejemplo, el estrabismo, la anisometropía y las cataratas congénitas pueden provocar este problema. También menciona “algunas ambliopías anatómicas causadas por importantes carencias nutricionales o por envenenamientos” como otras causas; sin embargo, esto no es lo normal, sino que la mayoría sean funcionales.





































































































































































































































































































































































.















































































































9 visualizaciones

Entradas recientes

Ver todo

Comments


¡PREVENIR UN CÁNCER PROSTÁTICO ES LA SOLUCIÓN

50% OFF

NO DEJES PASAR ESTA OPORTUNIDAD

 
Provee vitaminas y minerales importantes para las celulas y el sistema inmune
 
Contiene una mezcla de extractos de hierbas que ayudan a la salud de la próstata
 
 
Good Prost.png
bottom of page