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La abuela

¿En qué zonas del cuerpo es más peligroso que haya grasa?

La grasa corporal tiene mala reputación. Pero no hay que equivocarse, lo que no es saludable es tener un exceso de grasa y también hay que prestar atención a dónde se localiza. ¿Por qué? Es sencillo: porque esta ubicación puede ser signo de futuros problemas de salud.



De hecho, la grasa cumple un papel fundamental en la vida y en el bienestar del organismo. “Desde la unidad más básica, la célula, a tejidos y órganos, la grasa realiza funciones imprescindibles para la vida. Representa la principal reserva energética del organismo, almacena vitaminas liposolubles (A, D, E y K), ayuda a controlar la temperatura corporal, cubre y protege articulaciones y órganos”, explica a CuídatePlus Enric Sánchez, endocrinólogo y coordinador del Grupo de Trabajo de Dietoterapia de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo).


Así que la grasa es necesaria pero el problema comienza cuando es demasiada. Pero, ¿cuándo es excesiva? Lo habitual ha sido utilizar una fórmula matemática que calculaba el Índice de Masa Corporal (IMC) poniendo en relación el peso y la altura al cuadrado. Sin embargo, es cada vez más frecuente optar por otras medidas para clasificar el estado de sobrepeso u obesidad, como son el porcentaje de grasa corporal, la circunferencia de cintura o el ratio cintura/cadera, entre otros.


El resultado que ofrece el IMC permite calificar a la persona en bajo peso, normopeso, exceso de peso y obesidad. No hay que olvidar que dos personas con el mismo peso y altura pueden tener composiciones corporales muy diferentes, donde en una prime la grasa y en otra el músculo. Lo que desde luego está claro, y lo recuerda la Organización Mundial de la Salud, es que cuando este índice está aumentado se convierte en un predictor de riesgo de enfermedades cardiovasculares -especialmente infarto e ictus-, diabetes, trastornos musculoesqueléticos -primordialmente osteoartritis- y algunos tumores, como el cáncer de endometrio, el cáncer de mama, el cáncer de ovario, el cáncer de próstata, el cáncer de hígado, el cáncer de vesícula, el cáncer de riñón y el cáncer de colon.


Pera, manzana y reloj de arena

Los hombres y las mujeres presentan una distribución y cantidad de grasa diferente. Es una cuestión de biología que se traduce en que, por norma general, dice Alberto Hernández-Reyes, dietista-nutricionista, del departamento de Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Córdoba, los “hombres tienen entre un 5% y un 10% menos de grasa corporal que las mujeres”.


“Contamos con diferentes localizaciones anatómicas para almacenar grasa corporal. El tejido adiposo subcutáneo (abdominal y subescapular en el tren superior y glúteo-femoral en el tren inferior) puede suponer el 80% del total de grasa acumulada. Los depósitos de grasa visceral suponen en torno al 20% restante. La morfología difiere según la localización, así como el perfil metabólico, en el caso de mujer u hombre, de forma que, en función del sexo, encontraremos diferente respuesta en cuestiones como capacidad de retención de la grasa según qué zona”, añade Sánchez.




La distribución anatómica de la grasa corporal cambia en función de la edad y el sexo. El tejido adiposo subcutáneo aumenta en el tronco en los niños durante la adolescencia, y en la zona glúteo-femoral en las niñas. Esto conduce a fenotipos distintivos en la edad adulta que se han descrito como patrón de grasa androide, más relacionada con el tipo manzana, frente a ginoide, tipo pera. Sin embargo, tras la menopausia la circunferencia abdominal de las mujeres tiende a aumentar.


Se suele identificar a los hombres con ese tipo manzana o androide, donde la grasa se localiza en la zona abdominal, y a las mujeres con el tipo ginoide, con más acúmulo de grasa en la zona de las caderas, los muslos y los glúteos, recordando a la pera. Sin embargo, estas distribuciones topográficas pueden encontrarse en ambos sexos.


Hay incluso quien habla de un tipo reloj de arena, donde la cintura es más fina y el tamaño de hombros y caderas es poco más o menos el mismo.


Medir la cintura para predecir el riesgo de enfermedad

La grasa corporal se reparte de forma homogénea por todo el cuerpo. Pero en algunas zonas se acumula más cantidad. El exceso de grasa en hombres y en mujeres es perjudicial, pero lo es aún más si se acumula en la cintura y el tronco, al estar más próxima a órganos importantes como el corazón, el hígado, los riñones… Es sencillo medir la circunferencia simplemente con un metro de costura por la zona donde es más prominente la barriga. Y esto, según Sánchez, permite “establecer correlaciones con incrementos en los depósitos de grasa visceral. Este marcador, fácil y rápido de medir en consulta, es predictor del riesgo de sufrir un evento cardiovascular”.




Así que si se superan los 100 cm en el caso de los hombres y los 90 cm para las mujeres es hora de ponerse en manos de un profesional para perder peso y, muy especialmente, reducir la posibilidad de que se produzca el deterioro de la fisiología de la zona abdominal de las personas, un aspecto que contribuye a un empeoramiento de la función hepática, digestiva, respiratoria y cerebrovascular. Esto se traduce en forma de alteraciones en el colesterol, en un aumento en los niveles de triglicéridos, mayor riesgo de diabetes, de hipertensión arterial y de aparición de trombos. Se trata de algo especialmente relevante en “la obesidad androide, es decir, en el cuerpo en forma de manzana”, añade Hernández-Reyes.


No es que la grasa que se localiza en la cadera, glúteos o muslos sea la ideal, pero de momento su presencia no pone en peligro la salud, aunque quizá si es excesiva sí produzca un deterioro de los músculos y huesos de las extremidades e incluso de la circulación. Eso sí, un exceso de grasa nunca es bueno y no hay que olvidar, que se considera que existe sobrepeso en los hombres cuando el porcentaje de grasa se encuentra entre 21 y 24,9, y en mujeres entre 26 y 31,9%. Por encima de esas cifras se estima que ya hay obesidad.


Perder grasa en una zona concreta no funciona

No hay una fórmula mágica que nos permita ni perder peso rápido ni eliminar la grasa de las zonas que más nos preocupan o nos incomodan. Sánchez recuerda que hay que abordar los depósitos de grasa como un conjunto. “Un tejido graso está formado por adipocitos que son células dinámicas. Esta grasa interna atípicamente elevada”, puede conducir a la aparición prematura de diabetes tipo 2 y de enfermedades cardiovasculares. Por ello,” la evaluación de los depósitos de grasa se debe abordar como un sinónimo de estado físico. A menor cantidad, mejor salud y capacidad física”.


Por lo tanto, analizar la cantidad de grasa, bien con un estudio de composición corporal, o guiándonos por básculas capaces de hacerlo, debe buscar que en los hombres el porcentaje se encuentre en torno al 10% en hombres y en torno al 15% en mujeres. “Deberían tomarse medidas de modificación de estilo de vida a partir del 21% en hombres y 26% en mujeres, lo que indicaría sobrepeso. A partir de 25% en hombres y 32% en mujeres, se consideraría obesidad”, explican Sánchez y Hernández-Reyes.


¿La grasa en el cuello importa?

Algunos estudios ya apuntan a que la presencia de grasa en el cuello también tienen relación con factores de riesgo de enfermedad cardiovascular y con síndrome metabólico, especialmente en mujeres. No obstante, Sánchez también advierte que “el cuello no es un sitio preferencial del cuerpo para acumular grasa corporal. Un exceso de tejido adiposo en la zona abdominal y subescapular puede derivar en un desplazamiento de parte de grasa corporal a ubicaciones superiores y debe entenderse como una situación de elevado riesgo para la salud”.


Los resultados preliminares de un estudio dirigido por Francisco Miguel Acosta Manzano, doctor del programa en Biomedicina de la Escuela Internacional de Posgrado de la Universidad de Granada, que se publica en International Journal of Obesity, apunta a que es posible que la acumulación de grasa en el cuello, tanto en la papada como en los depósitos situados entre los músculos y alrededor de las vértebras cervicales, prediga la aparición de grasa en el abdomen y en el resto del cuerpo, además de sumar mayor riesgo cardiovascular, un aumento de azúcar en sangre, y un estado inflamatorio en adultos jóvenes sedentarios. “Esto ocurre en mayor medida en hombres que en mujeres y el depósito intermuscular muestra más riesgo cardiometabólico”.


Acosta añade que este riesgo se produce independientemente del IMC y de la grasa acumulada en la zona central del cuerpo. “Nos indica que la acumulación en lugares no habituales de grasa en el cuello puede ser un factor muy importante para conocer si en el futuro esa persona podrá tener riesgo cardiometabólico”. No obstante, hacen falta más estudios para ver si esa acumulación se prolonga en el tiempo y se asocia con una mayor frecuencia de enfermedades cardiovasculares.


Ante estos resultados Acosta sugiere que medir el perímetro del cuello puede determinar la acumulación de grasa y predecir el riesgo cardiovascular en el futuro.












































































































































































































































































































































































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