Un nuevo medicamento para el Alzheimer ha causado un gran revuelo. Lecanemab, ya disponible en Estados Unidos, constituye un hito científico. Lo que no está tan claro es su beneficio en el día a día de los pacientes.
El diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer ha sido objeto de una gran controversia. Muchas personas se preguntaban para qué sirve conocer con antelación que vas a padecer una patología grave si no existe ningún tratamiento eficaz. Pues bien, esto está empezando a cambiar porque se están desarrollando medicamentos que permiten ralentizar el avance de la neurodegeneración. La curación aún está lejos, pero se vislumbran mejoras importantes.
Los médicos estadounidenses ya pueden recetar a sus pacientes con Alzheimer un nuevo fármaco, denominado lecanemab, que acaba de aprobar la agencia de medicamentos de Estados Unidos, la FDA. La autorización por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) sigue un proceso más lento y no se prevé que esté disponible en España y el resto de países de la UE hasta 2025. Este fármaco actúa eliminando la proteína tóxica que se acumula en los cerebros de los afectados, lo que se traduce en un decrecimiento del ritmo de pérdida de memoria y otras funciones cognitivas en las personas que se encuentran en una fase inicial de la enfermedad. ¿Se trata de una mejora clínica significativa? No hay consenso entre los especialistas respecto a lo que aporta este medicamento en el día a día de los pacientes, pero todos están de acuerdo en que se trata de un hito científico y un punto de partida prometedor.
Un medicamento dirigido a la raíz del Alzheimer
Así es como funciona el fármaco lecanemab, según explica a CuídatePlus Oriol Grau, responsable del Grupo de Investigación Clínica y en Factores de Riesgo por Enfermedades Neurodegenerativas del BarcelonaBeta Brain Research Center (BBRC), centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall: “Lecanemab es un anticuerpo que reconoce una proteína, llamada beta amiloide, que es una de las que sabemos que se acumulan en la enfermedad de Alzheimer a lo largo de los años y que, junto con otra proteína denominada tau, es la principal sospechosa de generar todo el daño cerebral que acaba produciendo los problemas cognitivos en los pacientes con Alzheimer”.
Una de las claves para entender por qué muchos tratamientos frente a esta enfermedad neurodegenerativa no han funcionado es que la beta amiloide “es una proteína que se acumula durante muchos años antes de que el sujeto tenga síntomas”, resalta Raquel Sánchez del Valle, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Es decir, para cuando la pérdida de memoria y otros problemas dan la cara, el efecto nocivo que provoca la muerte de las neuronas ya es muy significativo.
En modelos animales hace tiempo que hay estudios que indican que si se consigue evitar la acumulación o se elimina la proteína beta amiloide se pueden frenar los síntomas de la enfermedad. “Pero en personas no se había acabado de demostrar”, señala Grau. “Hasta el desarrollo de este último fármaco, lecanemab, no se había comprobado que ese efecto biológico proporcionase un beneficio desde el punto de vista clínico”.
La demostración llegó de la mano de un estudio publicado en la revista The New England Journal of medicine, en el que se constata que los pacientes que reciben lecanemab experimentan un declive más lento, es decir, empeoran más despacio. En concreto, el ritmo de deterioro cognitivo fue un 27% más lento en quienes tomaron el fármaco en comparación con aquellos a los que se les administró un placebo (sustancia inactiva) al cabo de un periodo de año y medio. “Hay otras medidas secundarias que también mostraron mejores resultados en quienes tomaron el fármaco, como la sobrecarga del cuidador y la calidad de vida de los pacientes”, indica Sánchez del Valle.
Es importante resaltar que los participantes en este ensayo clínico se encontraban “en fases muy leves de la enfermedad y llevaban una vida casi normal”, apunta la neuróloga. “Tenían solo algunos fallos de memoria, por lo que fue necesario confirmar con unas pruebas biológicas si realmente eran producidos por la enfermedad de Alzheimer”.
Beneficios probados y retos pendientes
Los especialistas a los que ha consultado CuídatePlus coinciden en señalar que los beneficios de lecanemab son indudables, pero de momento no va a suponer una revolución en el tratamiento del Alzheimer. En primer lugar, porque “hay que tener datos a más largo plazo para saber la verdadera relevancia clínica”, precisa la representante de la SEN. Hasta ahora solo se han estudiado sus efectos durante un periodo de 18 meses y “los pacientes tienen una vida más larga”.
Oriol Grau recuerda que los pacientes de muchos países, como España, “a día de hoy todavía no se pueden beneficiar del tratamiento con lecanemab y es posible que tarde un tiempo -en torno a dos años- en llegar”. Por otro lado, comenta que la administración de este anticuerpo monoclonal no es sencilla, ya que los enfermos tienen que acudir al hospital cada 15 días para que se les inyecte de forma intravenosa. Además, “se tienen que someter a unas pruebas para confirmar que no hay efectos secundarios”, describe el neurólogo, quien concluye que “a nivel logístico es un poco complejo”.
Las asociaciones de pacientes han acogido con esperanza, pero también con prudencia, el desarrollo de este medicamento. Desde la Confederación Española de Alzheimer (Ceafa) han recibido “con optimismo esta noticia de la posible llegada de un nuevo fármaco después de 20 años. Sin embargo, la experiencia nos hace ser prudentes tras el fracaso de Aducanumab”. Este otro fármaco también generó una gran expectación pero, de momento, la compañía farmacéutica que lo ha desarrollado no ha presentado datos clínicos que muestren que es realmente eficaz y únicamente está aprobado en Estados Unidos y los médicos de ese país apenas lo prescriben.
Fármacos más eficaces en el horizonte
Lecanemab es solo el comienzo de una etapa muy prometedora en el tratamiento del Alzheimer. “Como en otras enfermedades, el primer fármaco es el que abre la puerta a otros que son más eficaces, más fáciles de administrar, con menos efectos secundarios y que probablemente serán los que perdurarán”, apunta Sánchez del Valle. De hecho, ya hay varios medicamentos de la misma familia en fases avanzadas de desarrollo. Por ejemplo, se esperan los resultados de donanemab para junio de 2023. Además, ya hay fármacos en la rampa de salida que se administrarán de forma subcutánea en vez de intravenosa, lo que evitará tener que acudir al hospital.
“Curar el Alzheimer es un hito muy complejo; es poco realista pensar que con un único fármaco se va a curar la enfermedad”, declara Grau, quien considera que lo que sí es factible es mejorar significativamente las terapias actuales. “Lo importante es empezar a disponer de fármacos que actúen sobre la biología de la enfermedad y que tengan un efecto clínico relevante, aunque sea pequeño. A partir de aquí es cuestión de ir investigando más y añadiendo más fármacos”.
Junto al desarrollo de nuevos medicamentos, la otra gran apuesta de futuro -aún lejano- es la administración de las terapias lo más precozmente posible, incluso mucho antes de que se desarrollen los primeros síntomas. El objetivo: actuar en una fase tan incipiente de la enfermedad que sea posible, de forma ideal, revertirla. Para ello es necesario saber identificar a los sujetos con un mayor riesgo de Alzheimer, algo en lo que se ha avanzado considerablemente en los últimos años. En esta línea, los centros en los que trabajan Grau y Sánchez del Valle ya han iniciado los ensayos clínicos para averiguar si lecanemab es eficaz en personas con riesgo genético de Alzheimer que todavía no presentan problemas de memoria ni otros síntomas.
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