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La abuela

Errores frecuentes al tomar medicamentos

Triturar medicamentos, partir las pastillas o no tener en cuenta la fecha de caducidad de los fármacos son algunos de los fallos que diariamente cometemos al tomar medicamentos y que, aunque no son muy graves, sí pueden afectar al tratamiento y a la eficacia de las terapias.



Algunos de estos errores cotidianos están tan interiorizados que probablemente muchas personas no saben qué están haciendo mal. “El principal problema que tenemos con los medicamentos es que los dejamos de tomar al cabo de un tiempo. En nuestro país se estima que el 50 por ciento de los pacientes crónicos no es adherente al tratamiento prescrito. Esto ocurre porque en muchas ocasiones la patología que queremos controlar (diabetes, hipertensión, etc.) es silente, es decir, no nos hace encontrarnos mal a corto plazo si dejamos de tomar la medicación.



El problema ocurre a largo plazo, cuando estas patologías sin el control adecuado, se complican”, explica Guillermo Bagaría, vicetesorero y responsable de Atención Farmacéutica del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona. “Al margen del problema de la adherencia, debemos saber responder para todo tratamiento a cinco preguntas clave: ¿para quién es? ¿Para qué es? ¿Cuánto se toma? ¿Cuándo se toma? ¿Durante cuánto tiempo?


Dónde y cómo hay que guardar los medicamentos

Normalmente las personas tienden a almacenar los fármacos en estancias que usan cada día, como son la cocina y el baño. Sin embargo, los expertos destacan que estos lugares no son los más adecuados. “No es conveniente tenerlos en el cuarto de baño o en la cocina porque hay cambios bruscos de humedad y en algunos momentos, como la ducha o mientras preparamos un potaje, la estancia sube de temperatura y esto puede afectar al estado del medicamento”, especifica Rosario Cáceres, portavoz del Centro de Información del Medicamento (CIM) del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Sevilla.


Entonces, ¿cómo hay que guardarlos? Ambos destacan que es recomendable conservarlos en su envase original, bien cerrados, lejos de fuentes de calor, de luz o de humedad y fuera del alcance de los niños.


“Hay medicamentos que se deben conservar en la nevera, como por ejemplo, una insulina o un jarabe que preparamos en casa. El mejor sitio para dejar los demás que no requieren nevera es un armario o cajón al que no puedan llegar los niños”, apostilla Bagaría.


¿Qué ocurre si los medicamentos están caducados?

Uno de los errores más frecuentes es tener medicamentos caducados en el botiquín y usarlos sin revisar la fecha de caducidad. La caducidad de un medicamento marca la fecha a partir de la cual no se pueden garantizar las propiedades farmacológicas del mismo.


Cáceres señala que hay que ser especialmente cuidadosos con fármacos como los colirios. La razón es que si están abiertos, no nos podemos fiar de la fecha de caducidad. Ésta ya no sirve. “Habría que mirar dentro del prospecto y buscar la indicación que señala cuál es la fecha de estabilidad cuando está abierto, al igual que con los jarabes. Tenemos también que fijarnos en los antitérmicos infantiles en jarabe: permanecen abiertos durante años y los vamos utilizando. Lo suyo sería revisar esa estabilidad y, si es necesario, tirarlos y comprar otros”, recomienda la experta del CIM en representación de todo el equipo que trabaja en el centro.


Por otro lado, aunque la principal consecuencia de tomar fármacos caducados es que el principio activo va perdiendo eficacia, no siempre ocurre así. Por ejemplo, en el caso del principio activo hidroquinona, presente en las cremas despigmentantes, al caducar se va metabolizando y el producto deterioro que surge es tóxico. Otro fármaco con el que hay que prestar atención son, de nuevo, los colirios. “Si los usamos caducados, no solamente no van a ser efectivos, sino incluso pueden estar contaminados y provocar una infección en el ojo por usarlos”, advierte la especialista.


Por esto motivos, lo mejor es llevar los medicamentos caducados al punto SIGRE de la farmacia para que sean eliminados de forma responsable con el medio ambiente, tal y como aconseja Bagaría.


¿Hay que tomarlos siempre con comida?

“Depende de cada medicamento. Algunos analgésicos, como el ibuprofeno o la Aspirina®, pueden ocasionar molestias en el estómago y efectivamente se recomienda tomarlos junto con las comidas. Otros por el contrario, pierden parte de su eficacia si se toman junto con la comida, como las hormonas tiroideas o el Sintrom®”, aclara el vicetesorero del COF de Barcelona.


Ambos destacan la importancia de preguntar al farmacéutico y leer el prospecto. Hay fármacos que no tienen un requisito especial y que se pueden tomar con o sin comida y otros que se deben tomar en ayunas, ya que si se ingieren con las comidas, muchas veces el medicamento es menos efectivo, porque, o bien los alimentos retrasan su absorción, o bien interfieren con la misma. “Por ejemplo, la simvastatina para el control del colesterol es más eficaz si se toma por la noche puesto que el hígado fabrica más colesterol por la noche”, concluye el experto.


¿Podemos partir, triturar o separar las pastillas para facilitar su consumo?

Son demasiado grandes, preferimos diluirlas en zumos o machacarlas para que sea más sencillo tomar las pastillas. Sin embargo, todas estas acciones simples son errores muy frecuentes que cometemos cada día al tomarnos los medicamentos. Y es que, como señala Bagaría, hay muchos medicamentos que son un prodigio de la ciencia incluso en su recubrimiento. “La cápsula o comprimido puede estar diseñada para que se libere su contenido de forma gradual a lo largo del día, para que se disuelva en un punto u otro del sistema digestivo, para enmascarar un sabor o un olor desagradable, para proteger al medicamento del ácido del estómago, etc. Hay que confirmar en cada caso que el medicamento se puede partir o triturar. Generalmente aquellos que llevan una ranura permiten ser partidos”, aclara.


Ante la duda, lo mejor es siempre preguntar al farmacéutico.


¿Por qué no podemos administrar los jarabes con las cucharas de mesa?

La razón es sencilla: no todas las cucharas son iguales ni miden el mismo volumen, por lo que las cucharas no son una forma exacta, precisa y milimétrica para administrar un fármaco.


“Un error muy frecuente que cometemos es al dosificar los medicamentos de los niños. En pediatría se calcula la cantidad de medicamento por kilo de peso, pero tenemos muchos niños obesos y cuando se calcula por kilo de peso, a veces nos salen dosis superiores a las de un adulto”, especifica Cáceres, quien señala que en esas circunstancias no debemos darles una cantidad superior a la que le damos a un adulto, es decir, les administraremos la dosis de adulto. “No debemos darle más, porque además, ese sobrepeso que tienen los niños normalmente es grasa y en la grasa no se distribuye el medicamento”.


¿Qué son los fármacos fotosensibilizantes?



En primer lugar tenemos que distinguir entre fármacos que se estropean con la luz, que realmente son pocos y normalmente vienen en unos blíster opacos para que no se estropeen, y fármacos fotosensibilizantes. Estos últimos son aquellos que al tomarlos pueden producir una reacción alérgica al sol. Cuando aparece el símbolo de la imagen en la caja es fundamental usar fotoprotección.


“El ejemplo más común son los anticonceptivos. Hay mujeres que se los están tomando y además se dan rayos UVA. Nosotros no recomendamos como profesionales sanitarios el uso de las cabinas de bronceado porque los rayos UVA son igual de tóxicos para la piel que la radiación solar, pero si una mujer está tomando medicamentos fotosensibles no puede bajo ningún concepto darse sesiones de rayos UVA. Tampoco ponerse al sol sin protección solar”, destaca Cáceres.


¿Tenemos que comunicar a los profesionales sanitarios si tomamos plantas medicinales?

Existe la creencia extendida de considerar que si algo en natural es sano e inocuo y no tiene efectos secundarios para nuestra salud. Sin embargo, los suplementos nutricionales y las plantas medicinales pueden interactuar con los fármacos y provocar reacciones en nuestros tratamientos. “El hecho de que sean de origen natural, no garantiza que sean todas seguras y libres de interacciones. El pomelo, la cola de caballo, la amapola, la cáscara sagrada, la ulmaria… todos ellos tienen interacciones que hay que conocer y prevenir”, destaca Bagaría.


Eso no quiere decir que las plantas medicinales sean malas. Al contrario, hay plantas medicinales que tienen evidencia científica de que sirven y son eficaces para tratar diversas patologías y van muy bien. “Pero lo natural no siempre es seguro y hay plantas medicinales, como por ejemplo el hipérico o hierba de San Juan, que se usa para combatir de forma natural la depresión, que tiene muchísimas interacciones con medicamentos”, insiste Cáceres. Ambos hacen hincapié en que cuando se acuda a la farmacia o al médico hay que informarle sobre todos los suplementos nutricionales y plantas medicinales que estamos tomando para que le retire los que no sean compatibles con la medicación actual.


*Vídeo realizado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos.


Ver también:

Medicamentos caducados¿Qué tenemos que hacer con los medicamentos caducados?


¿Por qué hay que tomar los medicamentos con agua?


Tableta de medicamentos¿Cuáles son los principales medicamentos fotosensibilizantes?

















































































































































































































































































































































































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