La nueva canción de Shakira y Bizarrap ha servido para poner en el foco público diversos temas, como el despecho. Se trata de una emoción relacionada con la traición y el desengaño. Sentirlo es muy normal, pero saber gestionarlo es esencial para poder pasar página.
La nueva canción de Shakira y Bizarrap ha sido una bomba cuyo impacto ha sacudido a medio planeta. La BZRP Music Sessions #53 ha supuesto un auténtico maremoto, ¿los principales salpicados? Gerard Piqué y su novia, Clara Chía, con quien el futbolista le fue infiel a la cantante.
De principio a fin, la letra de la que todo el mundo habla solo lanza dardos al que fue futbolista del FC Barcelona y a su nueva pareja. Pero la opinión popular se ha encargado de colocar en el centro de la diana todo motivo de análisis del tema del momento y, una de las preguntas que más se ha lanzado al aire es si este ya greatest hit es fruto del despecho de Shakira.
Bueno, es una cuestión que no vamos a responder, pero sí que podemos aprovechar la ocasión para hablar de esta emoción: el despecho, algo que, según Raúl Padilla, psicoterapeuta y sexólogo, cuenta con una triple respuesta: fisiológica, psicológica y conductual. Sobre la primera, el especialista explica que “es una especie de síndrome de abstinencia del cerebro ante la repentina supresión de aquello que aportaba la relación. La persona despechada estaba acostumbrada a unas rutinas y a una forma de interpretar la realidad que se ha alterado bruscamente. Estos cambios producen un dolor físico porque se activan los centros del dolor del cerebro”.
Si nos centramos en el ámbito psicológico, se trata de una reacción ante una situación vivida como injusta, humillante y que lleva al desengaño. “Es una frustración que inevitablemente produce ira como respuesta, ganas de venganza para reinstalar la justicia”, afirma Padilla, quien añade que, desde la perspectiva conductual, el despecho es una forma de que el individuo se ajuste a la nueva realidad. En este sentido, puede buscar una venganza directa en la que se intente humillar o dañar a la otra persona; o indirecta, “iniciando rápidamente una relación con el fin de provocar celos”, afirma.
“Lo físico, psicológico y conductual se retroalimentan y pueden hacer que la espiral se vuelva un poco adaptativa para superar el duelo por la pérdida del ser querido, ‘que sigue vivo y feliz mientras la persona despechada sufre’”, resume el psicoterapeuta.
La canción de Shakira, ¿por qué sentimos despecho tras una ruptura?
Cuando no acabamos una relación de la mejor manera, no debemos sentirnos culpables por que el despecho aparezca, pues es algo normal. “Lo podemos sentir debido a esa sensación de traición y de decepción, de que no valemos”, subraya Diana Sánchez, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid, quien hace referencia a un concepto utilizado en las terapias de pareja: heridas de apego. “Cuando alguien tiene una relación basada en la confianza y en la creencia de que es importante para la otra persona, sentir esta traición y despecho nos produce una herida profunda. Una herida, además, que tiene mucho que ver con la autoestima, con la sensación de que no se es suficientemente valioso y bueno”, detalla la experta.
Es muy común, según Sánchez, que la raíz del despecho provenga de historias previas de apego con nuestros familiares, algo que puede marcar más tarde a la hora de gestionar este tipo de sentimientos ante determinadas situaciones.
“El dolor de la ruptura es inevitable. Las fases del duelo deben llevarse a cabo sí o sí porque, si no, pasará factura a la larga. Hacer como si no hubiera pasado nada, perdonar sin dar un repaso a nuestros sentimientos y emociones es un error”, expone Padilla y aclara: “El despecho no es malo, es una emoción que tiene su utilidad y su tiempo. Lo que es perjudicial es instalarse en ella y no evolucionar hacia el resto del proceso del duelo”.
Y, ¿en qué fase del duelo podemos sentir despecho? “El despecho empieza cuando ya no podemos negar la evidencia de que nuestra relación se ha terminado. Tras la fase de negación, empezamos la de la ira, en la que maldecimos nuestra suerte y buscamos culpables. Ante una infidelidad o una ruptura abrupta no deseada, está claro quién será el blanco de nuestra ira”, responde Padilla.
Por tanto, el despecho no es otra cosa que un duelo mal gestionado en el que a través de la ira mantenemos un vínculo con nuestro ser amado. El psicólogo comenta que, por el contrario, “dejar que se instale la indiferencia produciría el final de la relación, Una persona despechada se niega a pasar página”.
Cómo gestionar y superar el despecho
Sí, es completamente lógico tener despecho cuando nos sentimos traicionados, pero es esencial saber lidiar con este sentimiento desde el principio para poder avanzar. En este punto, Sánchez aconseja realizar ejercicios de aceptación, mindfulness y autocompasión. Además, recuerda la importancia de valorarnos: “La otra persona nada tiene que ver con nuestro valor. Este lo tenemos siempre: tanto cuando nuestra expareja nos quería, como cuando no nos elige”. Por ello, continúa la experta, para superar una ruptura debemos centrarnos en aquellas otras personas que sí nos hacen sentir valiosos de manera incondicional.
Por su parte, Padilla vuelve a hacer referencia a los tres orígenes del despecho: el físico, el psicológico y el conductual. Sobre el primero, debemos restaurar nuestra química cerebral y, para ello, debemos crear nuevos recuerdos agradables. “El ejercicio físico es fundamental, tanto para echar fuera el exceso de cortisol y otras sustancias generadas por el esfuerzo que está realizando el cerebro para adaptarse a la nueva situación, como para sentirse mejor físicamente, algo que incidirá positivamente en la autoestima”.
Desde el punto de vista psicológico, el terapeuta advierte que es necesario “dejar de arrancarse las costras y hurgarse en la herida”. Así, hay que revisar qué ha pasado “y darnos cuenta dónde han estado las señales y los fallos propios y ajenos. Escribir una carta de adiós y quemarla en un ritual de despedida puede ser muy liberador”.
Por último, en lo que se refiere a lo conductual, “debemos cambiar la mirada desde el vacío que nos ha quedado a lo que podemos hacer. No es tanto rellenar huecos, sino emprender caminos y realidades nuevas a solas y con otros que nos puedan acompañar en el viaje”.
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