En redes sociales se han difundido numerosos mensajes sobre supuestas muertes repentinas o ‘repentinitis’ por infartos o ictus que se achacan a las vacunas contra la Covid-19. Representantes de las sociedades científicas de cardiología y neurología explican lo que dice la ciencia.
En los últimos meses se han difundido -sobre todo en redes sociales- numerosos comentarios alusivos a un supuesto aumento de los casos de muertes repentinas por eventos cardiacos o cerebrales.
Entre otras cuestiones, se ha dado a entender de forma más o menos velada que buena parte de esos casos de repentinitis pueden estar causados por reacciones adversas de las vacunas frente al coronavirus causante de la pandemia de Covid-19.
CuídatePlus se ha puesto en contacto con la Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC) para preguntar a sus representantes si se está produciendo un aumento de los casos de ictus, infartos y otras patologías cardiovasculares y, en caso afirmativo, a qué se debe.
¿Han aumentado los casos de ictus?
La incidencia de accidentes cerebrovasculares o ictus se estabilizó en el mundo occidental a partir de 2011. Esta tendencia tiene que ver, probablemente, “con un mejor tratamiento y control del ictus cardioembólico, que a día de hoy es el que predomina”, explica Tomás Segura, jefe del Servicio de Neurología del Hospital de Albacete y miembro de la SEN. Otros tipos de ictus, más relacionados con la acumulación de placa de ateroma en las arterias (aterosclerosis), se habían ido reduciendo desde mucho antes “gracias a las campañas contra el tabaquismo y de fomento del control de la tensión arterial, el azúcar y el colesterol, que son factores clave en la enfermedad ateromatosa”.
Entre 2012 y 2020, debido en buena parte a la mejora de los tratamientos de anticoagulación, “la tasa de ictus había bajado por primera vez en la historia”, resalta el neurólogo. Se rompía así un ritmo continuo de subida debido a que “la esperanza de vida va a más y, cuanto mayor es una persona, crece la probabilidad de que tenga problemas arteriales”.
Pero la tendencia descendente quedó “abruptamente rota en el año 2020 por diferentes razones”. Tras irrumpir la pandemia han vuelto a crecer los ictus: “Hemos visto más en 2021 que en 2018”. ¿Ha aumentado la proporción de pacientes jóvenes? “La respuesta es no”, afirma rotundo Segura. “Entre el 10% y el 15% de todos los ictus se dan en personas por debajo de 50 años de edad desde hace ya muchos años”.
Respecto a los motivos del aumento, el especialista reconoce que lo primero que hay que pensar “es que la gente está haciendo peor prevención”. En su opinión, “si no funciona igual de bien la medicina primaria, los controles hospitalarios, etc. lo normal es que aumente la tasa de ictus”.
Seguramente hay más factores implicados. “La segunda posibilidad sería que el hecho de haber tenido una infección que ha afectado a prácticamente toda la población haya generado un aumento de ictus”, prosigue. “Y esto está descrito para casi todas las infecciones”, agrega.
La relación entre las infecciones y el aumento de trombos (coágulos sanguíneos) que pueden causar ictus se ha estudiado, sobre todo, en la gripe. “Cuando viene la ola de gripe, hasta al menos 6 meses después se multiplican por dos o por tres los ictus”, corrobora Segura. Esto es así porque la infección por el virus de la gripe desencadena un estado inflamatorio para defenderse de ella. “Y el estado inflamatorio siempre acarrea un estado protrombótico” que hace que aumenten las posibilidades de desarrollar un ictus o un infarto, especialmente en las personas con mayor predisposición.
¿Sucede lo mismo en el caso de la Covid-19? “Probablemente”, según el experto. “Hay infinidad de trabajos, entre ellos los que hemos hecho en mi hospital, que demuestran que el virus SARS-CoV-2 es especialmente lesivo para los vasos sanguíneos (venas y arterias)”. No obstante, Segura aclara que todavía no hay estudios que demuestren este vínculo de forma tan fehaciente como en el caso de la gripe, pero “empezaremos a tenerlos”.
¿Cómo influye la vacuna en los ictus?
Respecto a la posible relación de las vacunas frente al coronavirus con el aumento de ictus, el especialista señala que no hay, al menos de momento, ninguna evidencia. “Es algo plausible desde el punto de vista biológico”, reconoce. “De hecho, si ya se ha estudiado específicamente para la vacuna de la gripe en el pasado es porque todo científico sabe que una vacuna produce -aunque no tanto como una infección- una reacción protrombótica”. No en vano, lo que se persigue cuando se administra una vacuna a una persona es “que desarrolle una inflamación y que produzca anticuerpos”, lo que a su vez puede generar una cierta situación protrombótica.
Los estudios sobre la vacuna de la gripe revelaron, en su día, que no aumenta el riesgo de ictus ni de infarto de miocardio. “Pero sí lo aumenta, y mucho, la propia gripe”, resalta el neurólogo. “Por lo tanto, nos interesa vacunar a la gente cuando tiene un cierto riesgo”.
La vacuna frente a la Covid-19 no solo se ha inoculado a los grupos de riesgo, sino a toda la población. “Todavía no tenemos datos sobre qué proporción han sufrido fenómenos vasculares; habrá que estudiarlo”. El equipo de Segura está llevando a cabo un análisis de esta cuestión en una cohorte de médicos y enfermeras de su hospital, a los que les han extraído muestras de sangre antes y después de ponerles la vacuna. El objetivo es medir con biomarcadores específicos si su sangre es más coagulable y tienen más riesgo de formación de trombos. Los resultados preliminares en los 50 primeros pacientes revelan que la vacuna no induce un estado protrombótico. “Hay que testar la hipótesis de la vacuna”, concluye el neurólogo, “pero es más improbable que la de la propia infección”.
¿Están aumentando los infartos y otros eventos cardiacos?
Fuentes de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) precisan que no existen pruebas de que en los últimos tiempos se esté produciendo un cambio de tendencia en la incidencia de las enfermedades que atienden. “No tenemos datos para afirmar que están aumentando las muertes por infartos u otros eventos cardiovasculares”, señalan.
En lo que se refiere a las vacunas, remiten a un estudio que se presentó en el último congreso nacional de esta sociedad científica, cuyas conclusiones son claras: “La gran mayoría de los casos de miocarditis y pericarditis asociados a las vacunas contra la Covid-19 evolucionan de manera favorable y sin complicaciones”.
Los casos de enfermedad inflamatoria cardiaca (miocarditis y pericarditis) tras la administración de la vacuna afectan mayoritariamente a hombres jóvenes y aparecen especialmente en la primera semana tras la administración de la segunda dosis de una vacuna del tipo ARN mensajero. En el estudio de la SEC, que incluyó a 139 pacientes de 27 hospitales españoles, la mortalidad por estas causas fue nula. Aunque el 8,6% de los pacientes ingresados sufrió al menos una complicación grave durante la fase aguda inflamatoria, ninguno falleció.
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