La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos los seres humanos para identificar, reconocer y manejar los estados emocionales propios y en los demás, dando una respuesta lo más adaptativa posible.
Las emociones forman parte de nuestro código genético y son tan importantes para la vida que el ser humano no podría sobrevivir sin ellas. Las emociones nos permiten adaptarnos al medio y aprender, nos acompañan en nuestros recuerdos y conforman nuestra idea del mundo que nos rodea, de lo que somos y cómo nos construimos como personas. Existen emociones básicas y primarias como: el miedo, la ira, la tristeza, la alegría, la sorpresa y el asco; y otras como la empatía, la frustración o el orgullo tienen un carácter más secundario y se aprenden a lo largo de la experiencia vital.
Cuando en pedagogía hablamos de inteligencia emocional no nos referimos a la capacidad de gestionar nuestras emociones para mantener siempre un estado emocional de felicidad. Siento decir que la naturaleza nos ha dotado de un paquete emocional básico que contiene emociones agradables o que nos gusta sentir y otras desagradables o que nos incomodan. Y quiero decir con esto que el miedo, la tristeza o la ira, forman parte de la experiencia vital de igual grado que la alegría.
Identificar y manejar las emociones
Por tanto, las emociones son reacciones que sentimos y que no se pueden elegir porque se generan en nuestro organismo de forma automática. Pero está en nuestra mano aprender a identificarlas y decidir cómo queremos manejar los sentimientos que vienen asociados a cada una de ellas, y es que cada una de nuestras emociones lleva asociada una respuesta fisiológica y una valoración cognitiva sobre la misma. Atender a nuestra parte corporal y darnos cuenta de cuál es el pensamiento asociado, puede darnos pistas para ayudar a manejarnos en el terreno pantanoso de las emociones. Este es el objetivo de la educación emocional, que trata de ofrecer recursos y herramientas de gestión que permitan desarrollar lo que llamamos inteligencia emocional.
Por lo tanto, papás y mamás, para educar en inteligencia emocional recordad:
Que no puedo elegir mis emociones, pero sí puedo aprender a manejarlas, y el primer paso es darme cuenta de qué estoy sintiendo.
Que no existen emociones buenas o malas, todas son válidas e importantes y por tanto es necesario que les demos el valor que tienen.
Que la familia es el primer escenario donde se aprenden las herramientas de gestión, somos modelo y nuestros hijos nos imitan, queramos o no.
Que aprender juntos el manejo emocional, es una experiencia muy enriquecedora y que fortalece la construcción de vínculos sanos entre los miembros de la familia.
Que una buena educación en inteligencia emocional es la base para un adecuado desarrollo posterior que permitirá la construcción de personas emocionalmente competentes.
Cuentos que contribuyen al manejo emocional
Llegados a este punto, podemos utilizar cualquier momento vital para trabajar la inteligencia emocional; sin embargo, vamos a proponer aquí uno de los soportes que pueden ayudar a las familias en la educación emocional: los cuentos y libros.
Existen muchos títulos en el mercado que nos pueden ayudar a trabajar las emociones con los más pequeños, pero es importante siempre tener en cuenta los criterios de los que hablamos antes y bajo esas premisas cualquier historia, cuento o situación nos puede servir para ayudar a los más pequeños a identificar, validar y buscar recursos de manejo emocional.
Os recomiendo algunos títulos interesantes:
El monstruo de colores. Anna Llenas
Monstruo rosa. Olga de Dios Ruiz
Ponte en mi lugar. Susanna Isern
Te quiero casi siempre. Anna Llenas
El hilo invisible. Miriam Tirado Torras
Olas en la barriga. Mar Romera
El laberinto del alma. Anna Llenas
La vaca que puso un huevo. Andy Cutbill
La isla del abuelo. Benji Davies
Emocionario: dime lo que sientes. Cristina Nuñez Pereira y Rafael Romero Valcarcel
Inés del Revés. Anita Jeram
Encender la noche. Ray Bradbury
La cebra Camila. Marisa Nuñez
Elmer. David McKee
Orejas de mariposa. Luisa Aguilar
Yo voy conmigo. Raquel Díaz Reguera
Recuerda:
Elige siempre el libro adecuado al niño o niña y trata de que sea una elección compartida.
La lectura debe ser un momento de distensión y agradable, lúdico y divertido. Así favorecemos que se creen emociones muy agradables vinculadas a este momento que permanecerán en la memoria emocional de nuestros hijos para toda la vida.
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