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La abuela

Los tatuajes ponen en peligro la salud, ¿una leyenda urbana?

Actualizado: 16 feb 2023

Infecciones, cáncer, problemas para las incisiones quirúrgicas o para pruebas médicas como la resonancia magnética (RM). Son algunos de los riesgos que se atribuyen a los tatuajes. ¿Son reales o leyenda urbana? Responder a esta pregunta no es ninguna nimiedad pues los tatuajes han ganado una gran popularidad en nuestro país, más entre las generaciones jóvenes aunque hay adeptos prácticamente de todas las edades. Existen algunas contraindicaciones, pero lo cierto es que en nuestro entorno se trata de una práctica segura con riesgos mínimos siempre que se realice en los estudios autorizados y sometidos a los necesarios controles sanitarios.



La fiebre por los tatuajes de los últimos años ha conllevado un aumento de la preocupación por sus posibles efectos adversos en la salud a corto y largo plazo. “Hay mucha leyenda urbana en torno a los peligros de los tatuajes”, asevera Miguel Quintáns López, copropietario de Nora Tattoo, en Santiago de Compostela. Puede parecer una afirmación de parte pero es compartida por Donís Muñoz Borrás, autor del Tratado sobre los tatuajes y especialista en Dermatología Médico Quirúrgica y Venereología de Valencia: “Actualmente y en nuestro entorno no suponen un problema para la salud”.



José Carlos Moreno, presidente de honor de la Academia Española de Dermatología y Venereología, y Eduardo Fonseca Capdevila, jefe del Servicio de Dermatología del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), coinciden en que la principal precaución que hay que tomar es acudir a centros acreditados que observan las medidas de asepsia y seguridad exigidas por las autoridades sanitarias. “De hecho, con el volumen altísimo de personas que se tatúan en España, hay muy pocos problemas”, comenta Moreno. Por su parte, Fonseca, advierte: “El problema primordial es que algunas personas se los hacen en sitios inverosímiles como la cárcel”.


Quintáns recuerda que los tatuajes están arraigados en la cultura de otros países y no son objeto de polémica mientras que cree que en España existe todavía mucha desinformación: “Aquí seguimos en plena ebullición y estamos en el candelero”. Tanto Quintáns como el dermatólogo Muñoz aseguran que los estudios son sometidos a controles estrictos, “casi como las consultas médicas”, y subrayan que se utiliza material esterilizado y desechable.


Todo ello ha ayudado a que hoy las posibilidades de que provoquen infecciones o sirvan de medio para la transmisión de enfermedades como tuberculosis o hepatitis son remotas. Eso sí, además de la buena praxis del tatuador y de hacerlo en un centro autorizado, hay que seguir determinados cuidados posteriores: “Debe mantenerse el tatuaje limpio e hidratado”, advierte Quintáns. Diez días o un mes, dependiendo del tamaño, el color y la zona, es el período que suele requerir para curarse, durante el cual tampoco es aconsejable la exposición al sol. Después, hay que protegerlo igual que el resto de la piel, teniendo en cuenta que el sol ejerce un efecto degradante.


No provocan cáncer

Otro de los riesgos apuntados es el cáncer. Es bien conocido que la tinta puede iniciar un recorrido a bordo de los macrófagos y con destino a los ganglios linfáticos. El estudio Plos One de 2014, realizado con muestras de cadáveres portadores de algún tatuaje, demostró que presentaban ennegrecimiento de los ganglios. Sin embargo, la Academia Española de Dermatología y Venereología aclara en su web la evidencia científica que existe en torno a los posibles riesgos y asegura que, hasta el momento, no hay evidencias de que la presencia de estos pigmentos ocasione algún tipo de patología, tampoco cáncer.


Es más, Muñoz alude a un estudio realizado en Dinamarca en cobayas que trataba de demostrar que la piel tatuada en negro, si se exponía a radiaciones ultravioleta, conllevaría un mayor riesgo de contraer cáncer de piel. Las conclusiones fueron muy distintas, ya que la incidencia de esta enfermedad en las cobayas tatuadas fue menor.


La acumulación de los pigmentos en los ganglios linfáticos sí puede generar errores de interpretación en pruebas diagnósticas como los PET/TAC o la detección del ganglio centinela en pacientes con melanoma, que se pueden evitar avisando al radiólogo de que se lleva o se ha llevado un tatuaje.


Muñoz rechaza que se puedan producir quemaduras en las resonancias magnéticas. Admite que la zona puede calentarse más si el tatuaje es muy grande o el pigmento es metálico, lo que se soluciona aplicando un paño húmedo en la zona. De todas maneras, actualmente los pigmentos metálicos prácticamente no se usan; los negros proceden del carbón y los de color suelen ser sintéticos.


La relación entre los tatuajes y las punciones lumbares (anestesia epidural, por ejemplo) resulta más controvertida por la posibilidad de que algunos pigmentos pasen al líquido cefalorraquídeo. “Es una hipótesis pero no hay un solo caso publicado en la literatura mundial; de todas formas, se puede evitar, es suficiente con una pequeñísima incisión en el punto de la piel por donde debe pasar la aguja”, defiende este dermatólogo.


Tampoco suponen un impedimento para realizar incisiones quirúrgicas o analíticas: “Además, siempre hay una zona viable”, apunta Fonseca. Para las donaciones de sangre y órganos basta con esperar el período de ventana desde que se realiza el grabado.


Contraindicaciones

Los tatuajes pueden provocar una reacción inflamatoria, incluso 10 años después. El color rojo es el más peligroso con el 80% de los casos. Asimismo, se pueden producir reacciones alérgicas como granulomas, aunque Moreno matiza que hoy son raros debido a los tintes que se utilizan.


Por otra parte, existen algunas contraindicaciones: enfermedades cutáneas como la psoriasis y liquen plano, sistémicas como la sarcoidosis, las personas anticoaguladas, embarazadas o con cicatrización anormal.


No existen limitaciones sanitarias relacionadas con la edad o la zona del cuerpo, ni siquiera para aquellos que llevan prácticamente todo el cuerpo tatuado: “No hay ninguna evidencia de que tengan más riesgos de salud que los demás”, afirma Moreno. No obstante, Quintáns aconseja a sus clientes que no se tatúen la cara y las manos, “pero por posibles problemas sociales o laborales, no sanitarios”.


Coronavirus

La epidemia de Covid-19 es hoy otra fuente importante de preocupación. Como en otros sectores, por ejemplo las clínicas dentales, hay que extremar las precauciones con mascarillas FFP2 o FFP3 para el tatuador.


Quintáns llama la atención sobre lo que considera una muestra más de “la hipocresía social” que existe sobre este sector: “Estamos sometidos a un enorme control y nos han dejado abrir los primeros cuando no somos un servicio esencial y en muchas ocasiones los tatuajes provocan sudoración”.


Mujer a la que le están quitando un tatuaje.


Para quitarlos, siempre con control médico

Los tatuajes solo se pueden quitar bajo control de un dermatólogo. La Academia de Dermatología y Venereología estima que el número de complicaciones en la eliminación de los tatuajes es proporcional a la profesionalidad y experiencia de la persona que los quita.


El láser Q-Switched (Q-SW) es la técnica más utilizada. Lo más novedoso es el láser de picosegundos, cuya diferencia es que fragmenta más las partículas acortando el tiempo de eliminación del tatuaje. “No es nada fácil. Es un procedimiento sanitario que se tiene que hacer en un centro sanitario y por un especialista”, enfatiza Fonseca, quien avisa de que puede quedar una pequeña marca.



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