Las gominolas y gotas de melatonina se han popularizado como remedio para que los niños duerman mejor. Los pediatras advierten de los problemas que puede acarrear el uso indiscriminado sin supervisión médica.
Ni todo lo natural es bueno, ni todos los medicamentos y suplementos nutricionales que se venden sin receta son totalmente seguros. Esto es aplicable al uso de melatonina en niños. A pesar de que en las farmacias se dispensan libremente preparados dietéticos en forma de gotas o gominolas, los pediatras desaconsejan su empleo sin supervisión médica. De hecho, las sociedades científicas relacionadas con la infancia y el sueño solicitaron a finales del año pasado la regulación de estos productos.
La melatonina, conocida como la hormona del sueño, se produce en una parte del cerebro denominada glándula pineal y su secreción aumenta al anochecer para empezar a conciliar el sueño. En cambio, cuando hay mucha luz se inhibe su producción.
La gran frecuencia de problemas del sueño entre la población pediátrica ha llevado a que cada vez sean más los padres que recurren a preparados a base de melatonina para que sus hijos duerman mejor. Según datos de la Asociación Española de Pediatría (AEP), en torno a un 20% de los niños españoles tienen dificultades con el sueño a lo largo de su desarrollo, es decir, problemas para iniciarlo o para mantenerlo durante la noche.
Sin embargo, tal y como apunta Gonzalo Pin Arboledas, coordinador del Grupo del Sueño de la AEP, muchos de esos problemas tienen que ver con “las falsas expectativas en cuanto a cómo y cuánto tiene que dormir un lactante o un niño en los primeros años de vida”, así como con “cuándo desaparecen los despertares nocturnos o el momento en el que el sueño tiene que ser autónomo”. Asimismo, los pediatras aprecian con frecuencia una incorrecta adopción de hábitos encaminados a que los menores tengan un descanso reparador.
“Hay niños a los que les cuesta conciliar el sueño y, en determinados casos, les puede ayudar una aportación extra de melatonina”, reconoce Pilar Riu, pediatra del Hospital Vithas Lleida. “Pero en la mayoría de casos no es necesaria”, añade.
La especialista recalca que el sueño “es importante para asegurar un correcto funcionamiento del niño y un buen desarrollo físico, emocional y social, así como un buen rendimiento escolar”. No obstante, la solución farmacológica no debe ser el primer recurso porque, en la mayoría de los casos, el problema no tiene un origen patológico, sino que se atribuye a varios factores, como la sobreexposición a las pantallas, la adaptación de los horarios de los niños a los de los adultos y la falta de rutinas.
En qué casos se recomienda la melatonina en niños
Muchos niños con trastornos del espectro autista, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y otros problemas del neurodesarrollo experimentan dificultades para dormir. “Son niños con problemas de base a los que la melatonina les ayuda a conciliar el sueño”, señala Riu. En estos casos, el fármaco debe ser pautado por el pediatra, ya que se trata de una presentación diferente a la que se vende sin receta en farmacias y la dosis debe ser individualizada.
En lo que se refiere al conjunto de los niños sanos, la facultativa se muestra tajante: “En principio, si no la pauta un pediatra por una causa concreta, los padres no deberían comprar y administrar libremente la melatonina a sus hijos”. El primer paso es intentar establecer una adecuada secuencias de rutinas relacionadas con el sueño. “En el caso de que el niño siga sin dormir bien a pesar de unos hábitos correctos, se recomienda acudir al pediatra”, quien analizará “si hay que corregir algo de esa rutina de sueño que hacen los padres o si realmente es un niño que necesita un tratamiento con melatonina a una dosis concreta y unas semanas concretas”. No obstante, aclara que en la mayoría de los casos no se precisa tratamiento farmacológico: “Resolviendo la rutina del sueño se solucionan el 90% -o incluso más- de los trastornos del sueño”.
Efectos adversos a corto y largo plazo
El empleo inadecuado de melatonina en niños puede acarrear efectos adversos a corto y largo plazo. En lo que se refiere a los primeros, Riu resume los más frecuentes: somnolencia diurna, dolores de cabeza, náuseas, aumento de peso y enuresis nocturna (escape de orina por la noche), entre otros. “Son efectos leves, pero se los podemos ahorrar si no les damos este medicamento y corregimos su falta de sueño”.
Los efectos a largo plazo se desconocen porque la administración de melatonina a niños es relativamente reciente y aún no hay estudios suficientes. Según advirtieron las sociedades científicas en la advertencia que lanzaron a finales de 2022, aunque la melatonina tiene un alto perfil de seguridad, “tiene efectos a múltiples niveles y se desconoce actualmente cuál puede ser el efecto a largo plazo, por lo que su uso debería estar limitado a 4 semanas en niños y siempre bajo control médico”.
Consejos para que los niños duerman bien
La AEP explica que la rutina del sueño va más allá de la noche: “Abarca las 24 horas del día y comprende una serie de hábitos saludables que se deben seguir durante toda la jornada. Estas son las recomendaciones del Grupo del Sueño de la sociedad científica:
Exponer a los niños a luz natural a primeras horas de la mañana.
Procurar que vayan al colegio andando o en bicicleta para activarse.
Que la actividad física se reduzca tres o cuatro horas antes del inicio del sueño.
No utilizar las pantallas dos horas antes de acostarse (la luz azul inhibe la producción de melatonina).
Tener unos horarios regulares de comidas y evitar cenar justo antes de acostarse.
Riu hace hincapié en la importancia de las rutinas justo antes de irse a dormir: el baño o ducha siempre a la misma hora, realizar actividades relajadas (“Por ejemplo, leer un cuento todos juntos en familia”) y acostarlos con un horario regular.
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