Al volver de las vacaciones de verano, a muchas personas les extraña haber ganado peso cuando creen que han comido menos. Son varios los factores que llevan a este error de percepción, entre ellos, la mayor ingesta de aperitivos.
Tras un largo tiempo sin usar los pantalones vaqueros, a la vuelta de las vacaciones estivales llega el momento de ponerse de nuevo esta prenda de vestir, con más o menos dificultades para abrocharlos. Algunas personas dicen haber engordado en verano, a pesar de creer que han comido menos.
“Este podría ser un error de percepción, ya que quizás durante la comida o la cena la ingesta pueda ser menor o los platos más ligeros que un cocido. Pero lo que no perciben o cuentan estas personas son el aperitivo con el tinto de verano, las patatas fritas de bolsa antes de comer, o el helado de nata, caramelo y galleta de media tarde para sofocar el calor”, explica a Cuídateplus Rafael Birlanga, vicepresidente del Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (Codinucova).
Esto sin contar con los innumerables eventos sociales diarios que surgen durante los días de vacaciones y que siempre, o casi siempre, suelen implicar comida y bebida. También le tenemos que sumar una disminución del ejercicio físico programado (el que lo realice), o un mayor estado de sedentarismo para el que no hacía nada y en vacaciones, menos aún.
Ingerir menos alimento y coger algo de peso puede ocurrir, y puede deberse a cambios en el tipo de comida. "Los ultraprocesados como las galletas, cereales refinados, bollería, galletas, patatas fritas, golosinas, postres lácteos azucarados y buena parte de la comida precocinada que encontramos en los supermercados suelen ser alimentos de poco volumen pero muy calóricos", subraya Clara Joaquim, miembro del área de nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). El experto aclara que esto hace que la persona piense que ha comido poco, cuando en realidad ha consumido muchas calorías. "La mayoría de estos alimentos contienen sal, grasas poco saludables, azúcar y aditivos, que no solo nos aportan calorías vacías, sino que son perjudiciales para nuestra salud", agrega.
Motivos del aumento de peso en verano
“Aunque se coma menos, los alimentos que se suelen ingerir serían de peor calidad”, afirma Birlanga. Al respecto, Martínez señala que ese podría ser el principal motivo, “pero la ganancia o no de peso no depende solamente de la alimentación, sino de múltiples factores, como la alteración del estilo de vida; el dejar de hacer ejercicio físico por el calor, haciendo que su gasto calórico total descienda, y la mayor inactividad al pasar más tiempo tumbados o sentados.
¿La ausencia de estrés puede favorecer la ganancia de kilos?
Para Martínez, cuando la relajación en las vacaciones, o incluso ausencia de estrés, favorece que nos despreocupemos de nuestra alimentación o de los hábitos que nos ayudan a mantener una composición corporal óptima, podríamos ganar peso. Por el contrario, “a algunas personas esa relajación les ayuda a organizarse mejor o incluso a animarse a cocinar o hacer deporte”. También es una cuestión de personalidad.
Birlanga aconseja que “si derivamos nuestras frustraciones o nuestro estrés en la comida, sea invierno o verano, deberíamos consultar con nuestro psicólogo de referencia para poder tratar este asunto”.
Qué implica adelgazar rápidamente antes del verano
Algunas personas deciden seguir una dieta para perder peso unos meses antes del verano porque durante las vacaciones creen que van a engordar. ¿Cuáles son las consecuencias? “Cuando estos objetivos son tan finalistas y a corto plazo -como perder 4 kilos antes del verano-, lo más probable es que si consiguen su objetivo marcado, durante el verano engorden estos mismos 4 kilos como mínimo o acaben ganando más de lo que perdieron, porque no tienen buenos hábitos y no prestan atención a la calidad de los alimentos que consumen”, responde Birlanga.
Los especialistas consultados desglosan las consecuencias de adelgazar tan a corto plazo:
Una reducción significativa de la ingesta de alimentos provoca una disminución de la disponibilidad de nutrientes en nuestro organismo, provocando una desnutrición puntual.
Conllevaría problemas metabólicos que, a priori no se notan, pero pueden causar a la larga otros perjuicios.
Aumenta el riesgo de desencadenar un trastorno en la conducta alimentaria, como anorexia o bulimia.
Pero, principalmente, se pueden padecer problemas mentales como ansiedad o miedo a comer por engordar.
Pérdida de músculo, con mayor sensación de fatiga y alteración de nuestra composición corporal.
Además, Joaquim agrega que "muchas personas suelen dejar la dieta cuando han alcanzado el objetivo, lo que comporta la recuperación de todo el peso perdido".
Aprender para el año que viene
Para no caer en la misma piedra el verano que viene, el miembro de la Junta Directiva de Codinucova resume que, “simplemente, hay que aprender a llevar un buen estilo de vida y mantenerlo en el tiempo, pero no solo para el verano, sino siempre. Con ello, conseguirán los objetivos que se propongan y tendrán una vida más saludable”.
Martínez explica los principales puntos a tener en cuenta:
Anticiparse y tener una visión más amplia. No solamente se debe actuar cuando tenemos el problema, sino intentar preverlo y ponerle remedio antes de que ocurra.
Si sabemos que en verano podemos bajar la guardia, intentar que la mayor parte del tiempo a nuestro alrededor el ambiente favorezca mantener unos hábitos de vida saludable. Por ejemplo, tener en casa, en la despensa y en el frigo, comida saludable y evitar la insana.
Si salimos, en la medida que se pueda, elegir la opción que veamos más saludable.
Aprender a disfrutar de la comida saludable.
Planificar las comidas y organizarse también ayuda a reducir las tentaciones.
Mantenerse activos, puesto que hacer ejercicio ayuda a mantener el peso.
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