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La abuela

¿Por qué tengo calambres musculares y cómo prevenirlos?

Los calambres musculares es una dolencia muy común que no suele revestir gravedad. El esfuerzo excesivo suele ser la principal causa, por lo que estirar antes y después del ejercicio es uno de los varios consejos que se pueden seguir para prevenirlos. Sin embargo, también pueden ser síntoma de determinadas enfermedades.



Los calambres musculares son una afección muy frecuente, prácticamente nadie se libra de ellos, aunque algunas personas son más propensas. A tenor de los datos de la Sociedad Española de Reumatología (SER), los sufre el 25% de la población general en EEUU, el 50% de las embarazadas durante el tercer trimestre y el 46% de los mayores de 65 años. No revisten gravedad y no suelen dejar secuelas, pero sin duda pueden empeorar mucho la calidad de vida de quienes los padecen.



¿Cuáles son las causas? ¿Cómo se pueden prevenir? ¿Pueden ser síntoma de alguna enfermedad? ¿Qué podemos hacer cuando sufrimos uno? Son algunas preguntas a las que trataremos de dar respuesta en las siguientes líneas.


Los calambres son contracciones anómalas, involuntarias y dolorosas de un músculo o grupo de músculos. Las piernas son la parte del cuerpo más afectada. “Aunque cualquier músculo puede sufrir un calambre, los más afectos son cuádriceps, grupo isquiosural y tríceps sural (unión de gemelo medial y lateral y sóleo)”, explica Pablo Berenguel Martínez, responsable del Grupo de Actividad Física de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).


La noche, el momento más habitual para los calambres

Los calambres suelen aparecer tras realizar un esfuerzo físico intenso, pero también pueden manifestarse en reposo, lo que se denomina síndrome de calambres nocturnos en las piernas. No obstante, es de noche el momento más habitual, como comenta Marcos Paulino Huertas, presidente electo de la SER y jefe del Servicio de Reumatología del Hospital General Universitario de Ciudad Real: “Tras haber estado activo todo el día, exigiendo a los músculos trabajar, es en ese momento, en frío y cuando nos relajamos, en el que se producen más a menudo los calambres y las contracturas, incluyendo flexiones involuntarias de dedos, pies, etc.”.


Pueden durar segundos o minutos y, aunque resultan muy molestos, ceden sin dejar secuelas. En ocasiones, se pueden palpar nódulos o pequeñas durezas bajo la piel, pero no hay que alarmarse: “No son otra cosa que el músculo acortado y contraído a ese nivel”.


Causas y factores de riesgo de los calambres

En cuanto al origen de los calambres, todavía existen dudas, según Pablo Berenguel: “La etiología es incierta, pero se cree que la principal causa es el esfuerzo excesivo, bien por hacer ejercicio durante más tiempo del habitual, bien porque se hace a una intensidad más alta a la que previamente estaba acostumbrado nuestro organismo”. El uso continuado de un músculo, la deshidratación, la tensión muscular o el solo hecho de mantener una posición por un período prolongado pueden causar calambres.


Los expertos consultados por DM advierten de que son muchos los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer esta dolencia. Destacan la edad, la obesidad, el insomnio, la ansiedad, el consumo de alcohol, ejercicio extremo, haber sufrido anginas o infartos previos, el uso de fármacos diuréticos o tratamientos hormonales. La exposición a un clima muy cálido o frío, la deshidratación, el desequilibrio de la sal debido al sudor e incluso un nivel bajo de azúcar en sangre, son algunas circunstancias predisponentes.


La intensidad y la frecuencia de los calambres determinarán la conveniencia de consultar con el médico. “Si los calambres se repiten con mucha frecuencia, si apenas dan tiempo a recuperarse entre uno y otro, o si el grado de dolor es severo, debemos pedir la opinión de nuestro médico de familia”, recomienda el presidente electo de la SER. Otras razones que aconsejan una revisión profesional son que aparezca hinchazón, el enrojecimiento o cambios de la piel en las piernas y la debilidad muscular.


Recomendaciones

Existen algunas recomendaciones para prevenir los calambares. Es importante realizar estiramientos antes y después del ejercicio para poder reducir la susceptibilidad de los músculos a los calambres. También es aconsejable hacerlos antes de acostarse. Asimismo, el entrenamiento ha de tener una progresión gradual para darle tiempo al cuerpo a ajustarse al aumento de actividad. Y es mejor evitar practicar deporte en climas excesivamente calurosos o fríos.


Es necesario beber abundantes líquidos para mantener una hidratación adecuada y el aporte de sales minerales. Una pieza de fruta es lo ideal para una reposición idónea de carbohidratos tras la actividad física. Hacerse masajes de retorno con aceites, aplicarse calor seco suave o frío indirecto o colocar las piernas un poco en algo, son otros consejos. Es importante para las personas propensas evitar el consumo de alcohol (puede aumentar de seis a siete veces la aparición de calambres) el café y el chocolate.


En cuanto a las medidas a adoptar cuando aparece un calambre muscular, ayuda estirar de forma suave y progresiva el músculo acalambrado e incorporarse de nuevo a la exposición con la extremidad en extensión. Hay que hacer un masaje descontracturante y movilizar la parte acalambrada para que el músculo pierda tonicidad y aplicar posteriormente frío de forma local.


¿Síntoma de alguna enfermedad?

Según Pablo Berenguel, los calambres frecuentes pueden estar relacionados con enfermedades no diagnosticadas, tales como la arterioesclerosis de las extremidades, la compresión de los nervios periféricos que se encargan de dar motilidad y sensibilidad a la musculatura de las extremidades, o la disminución de sales minerales en la economía del organismo. El déficit de potasio, calcio o magnesio en la dieta puede contribuir también a su aparición en las piernas.


Marcos Paulino Huertas explica que la mala circulación (un padecimiento muy común en la población) provoca retención de líquido en las piernas con la consiguiente pesadez, hormigueos y calambres, derivados de la sobrecarga en los músculos de los gemelos y pies, que precisan de mayor cantidad de oxígeno para realizar el movimiento. Por otro lado, en situaciones de isquemia o falta de riego arterial, el músculo no recibe la sangre suficiente para poder contraerse con normalidad.


Además, la diabetes, sobre todo en personas mayores o en la tipo 2, se asocia a calambres en el 90% de los pacientes: “La afectación de las terminaciones nerviosas de pequeño calibre ante el exceso de azúcar podría explicar esta fenómeno”. Otras patologías que pueden provocar calambres son el hiper o hipotiroidismo, la cirrosis, la insuficiencia renal, los tratamientos de diálisis o enfermedades neurológicas como el Parkinson o enfermedades de motoneurona.

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