Los atracones navideños son los responsables de que, una vez que terminan estas fiestas, muchas personas quieran recuperar su peso y comenzar unos buenos hábitos alimenticios. Sin embargo, malas praxis como las dietas milagro pueden causar un efecto rebote y dañar nuestra salud.
"Cuando pasen las fiestas me pongo a dieta. En enero vuelvo al gimnasio". Estas son dos de las frases más repetidas durante la recta final de diciembre y es que uno de los propósitos más comunes de cada año es adelgazar y perder peso. Sin embargo, partimos del planteamiento erróneo: no necesitamos únicamente perder algún kilo, tenemos que mantenernos una vez que lo hemos conseguido. Para lograrlo, hay que cambiar de hábitos y mejorar la alimentación.
“Lo que ha de desear o pedir de regalo de Reyes cualquier persona es ese cambio de chip en su forma de actuar para cambiarlo a partir del año que viene”, Albert Lecube, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española para el estudio de la Obesidad (Seedo). “Comer de forma correcta es comer equilibrado. No hace falta que en la dieta haya un alimento prohibido, simplemente tendremos que vigilar una serie de conceptos. Por ejemplo, tendremos que comer menos cantidad que la que estábamos comiendo hasta ahora e intentar no picar entre horas”.
Lecube hace hincapié en vigilar el consumo de algunos alimentos que son más calóricos. Sus consejos son claros: hay que reducir el pan y el aceite, incluso pese a que este último tenga muchas ventajas cardiovasculares. “Es un mal compañero si se quiere perder peso. Eso significa que si uno quiere hacerse una ensalada tendrá que moderar la cantidad de aceite que le añade, no quiere decir que haya que dejar de utilizar aceite”, matiza.
Otro aspecto que hay que cuidar es la forma de comer las proteínas, por lo que hay que moderar los fritos y los rebozados y optar por cocinar a la plancha, el horno o a la sal.
Los dulces tampoco se libran. “El azúcar blanco o moreno sólo aporta calorías, no aporta ningún nutriente. Puede cambiar el gusto o hacer un alimento más apetitoso, pero hay que moderarlo. Una persona no puede tomarse un cortado y ponerle dos sobres de azúcar o un sobre entero”, advierte el experto, quien incide en que también hay que reducir las bebidas gaseosas y con alcohol. “Pueden estar presentes en una celebración, en una ocasión especial, pero no en el día a día”.
Por otro lado, indica que hay que tener cuidado con la fruta. “Creemos que por comer cosas naturales es suficiente, pero las frutas llevan azúcar. Si una persona como seis piezas de fruta al día estará comiendo sano, pero con muchas calorías, no ayudará a perder peso”.
¿Cómo cambiamos de hábitos?
Comer es un placer y eso nadie puede dudarlo. El secreto para seguir disfrutando de la comida sin caer en el sobrepeso y la obesidad pasa, según Lecube, por comer variado, equilibrado, a las horas que corresponde y evitando grandes cantidades. “Disfrutamos comiendo y eso no hay que abandonarlo. Lo que ocurre es que no podemos estar disfrutando o celebrando continuamente con cada comida. Tenemos que tener claro que hay comidas que son más aburridas”, afirma el especialista, quien advierte que la mejor arma para luchar contra las tentaciones es la fuerza de voluntad.
Pero, ¿qué necesitamos para cambiar el chip? El punto de partida es pensar que va a ser para siempre, no sirve de nada hacerlo dos semanas, dos meses o un año. El cambio de hábitos requiere un aprendizaje y en ese proceso, Lecube advierte que habrá recaídas y alguna vez se caerá en las tentaciones culinarias que tendremos a nuestro alcance. Sin embargo, hay que desestimar la culpa y olvidar la frase: ahora lo compenso.
“Debemos impedir que esa recaída sirva de excusa para abandonar el propósito de aprender a comer. En esos momentos lo que tiene que pensar es: bueno, esto ha pasado, pero continúo para conseguir ese objetivo final que son perder estos kilos y mantenerme”, recomienda. Además, todo eso debe ir acompañado de actividad física. En este sentido apunta a que no es tan importante ir al gimnasio, más que el número de minutos que uno está haciendo ejercicio lo importante sería disminuir los minutos al día que uno está sentado en el sofá.
Ponerse objetivos disctretos, moderados y fáciles de conseguir ayudará a que todo esto no quede en agua de borrajas. ¿Necesitas más motivaciones para decidirte a cambiar tu alimentación? “Perder el 5 por ciento del peso, por ejemplo, perder 5kg si pesa 100 o 2,5kg si pesa 50 ya tiene beneficios: disminuye la presión arterial, mejora el perfil de los líquidos, del colesterol, de los triglicéridos, el control de la diabetes (en caso de que exista); si uno ronca por las noches, roncará menos”, enumera el especialista. “Si uno pierde peso, aunque sea poco, tiene mayor expectativa de vida que si se mantiene con el sobrepeso o la obesidad. Es una inversión para el futuro”, concluye.
El riesgo de seguir las dietas milagro
Son muchas las personas que, al comenzar el año, se proponen seguir alguna dieta milagro. Error. "Durante las últimas décadas y debido principalmente al aumento del sobrepeso y obesidad a nivel global, ha aumentado la proliferación de las dietas milagro, las cuales prometen ser la dieta idónea, adelgazar en períodos muy cortos, fácil y sin esfuerzo. En consecuencia, este tipo de dietas promueven carencias nutricionales o un aumento del riesgo de sufrir complicaciones en personas con otras patologías (diabetes, hipertensión…), y en muchas ocasiones, se vuelve a ganar el peso perdido", alerta Cristina Santurino Fontecha, docente del Máster Universitario en Nutrición y Salud de la Universidad Internacional de Valencia – VIU. La especialista agrega que "esto es debido a la pérdida de peso tan rápida, producida por una restricción calórica excesiva, pérdida de agua corporal e incluso masa muscular, sin verse afectado apenas el componente graso".
Las dieta milagro se pueden clasificar en cuatro grupos:
Dietas hipocalóricas desequilibradas: suponen un déficit calórico extremo, aportando entre 600 y 800 kcal diarias, produciendo déficits de determinados nutrientes si se mantienen en el tiempo y otros síntomas como cansancio, irritabilidad, dolor de cabeza, etc.
Dietas disociadas: en estas dietas no se pueden mezclar en una misma comida alimentos ricos en hidratos de carbono con otros ricos en proteína o grasa, un fundamento ilógico y sin evidencia científica.
Dietas excluyentes: se basan en eliminar algún macronutriente de la alimentación. Además, suele ser necesario comprar productos para su seguimiento y aseguran maravillosos resultados sin esfuerzo.
Otros tipos: en este apartado se incluyen las monodietas, en las cuales sólo se puede comer un mismo alimento durante todo el día; la dieta del grupo sanguíneo o la dieta alcalina.
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