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La abuela

¿Qué ocurre en el cerebro de una persona con depresión?

La predisposición genética y las alteraciones hormonales son los principales factores biológicos que se asocian a la depresión, una enfermedad que provoca cambios a nivel cerebral. Estudiarlos y saber qué implican es importante para arrojar luz sobre una enfermedad tan poco comprendida.



Ambigua, vaga, imprecisa. Son los adjetivos que perfilan la imagen que la opinión pública tiene de las enfermedades mentales, pero nada más lejos de la realidad. Al igual que sabemos que cualquier afección se produce porque algo en nuestro cuerpo no está funcionando como debiera, tendríamos que entender que lo mismo ocurre con todas aquellas patologías que interfieren en nuestra salud mental, como la depresión.



“Se trata de una enfermedad del cerebro, una estructura a partir de la cual sentimos y que también se puede alterar”, destacó José Manuel Montes, jefe de Sección de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid en el XXI Seminario Lundbeck La depresión, ¿nace o se hace?, celebrado en Sitges.


El experto lamentó que esta frecuente enfermedad (afecta a una de cada cinco personas, más a mujeres que a hombres) esté tan cargada de prejuicios, como si los pacientes que la sufren fueran más débiles o insuficientes. En este sentido, resaltó que “la depresión no es simplemente estar triste. Todos podemos sentir tristeza, es algo evolutivamente positivo”. El problema, aclaró el especialista, es que la sociedad no admite este sentimiento: “Queremos estar siempre bien y quizás de ahí venga la vulgarización del concepto de depresión”.


De hecho, hay pacientes con esta enfermedad y que no necesariamente tienen que estar afligidos. En este punto, para diagnosticarla, hay que considerar la combinación de tres dominios: el emocional, el físico y el cognitivo. Sobre el primero, no solo se incluye la tristeza, también la ansiedad, el pánico o angustia, la falta de motivación o la desesperanza. Respecto a la esfera física, los síntomas más comunes son el insomnio, la fatiga, cefaleas, cambio de peso, pérdida de apetito o mareos. Por su parte, la atención y concentración, alteraciones de la memoria, lentitud de pensamiento o ideas de culpa formarían parte del plano cognitivo.


Pero, ¿por qué la depresión es una enfermedad del cerebro? La respuesta la encontramos en las alteraciones cerebrales que se desarrollan. Por un lado, la densidad de la sustancia gris, encargada de procesar información del cerebro, disminuye en el hipocampo, la amígdala y en la corteza prefrontal. Por otro, se produce una atrofia y pérdida de conexiones sinápticas, es decir, “las neuronas 'podan' sus conexiones”, aclaró Montes.


“El ser humano le da a todo un contenido emocional. Ante cualquier circunstancia, generamos una emoción que deriva en un pensamiento o en una conducta. Si hay algo que me asusta, huyo”, detalló el experto, quien advirtió que cuando esto no está regulado, el cerebro recibe un golpe emocional que puede estar causado por estrés crónico, soledad, traumas infantiles, acontecimientos vitales o por el consumo de sustancias. “Esto se traduce en una alteración del pensamiento y de la conducta. Hay personas que incluso son incapaces de moverse porque ese impacto del circuito emocional les afecta a todo el cuerpo”, indicó.


Factores biológicos implicados en la depresión

Son varios los factores biológicos que intervienen en la depresión. El principal, subrayó Montes, es “la predisposición genética, que no es necesariamente determinante para su desarrollo”. Es importante aclarar que esta afección no es hereditaria, sino que “se hereda la predisposición a padecer la enfermedad que, junto a otros factores ambientales, precipitan, en la mayoría de los casos, la depresión”.


Se sabe que no es un único gen, sino la interacción de varios la que promueve el desarrollo de la enfermedad. “Probablemente, podríamos prevenirla si llegáramos a conocer y modificar aquellos genes que la causan o, por el contrario, aquellos que nos protegen frente a ella”, apuntó el especialista.


Sí, la genética influye, pero hacen falta otros elementos para sufrir esta enfermedad, como es el estrés, que, cuando es sostenido, genera alteraciones hormonales. Sobre las mismas, el psiquiatra comentó que la más habitual “es la del cortisol, que media las reacciones del organismo hacia el estrés, o las fluctuaciones en las hormonas sexuales en periodos clave de la vida reproductiva de la mujer”.


Qué rasgos de la personalidad predisponen a la depresión

La personalidad puede tener un efecto positivo o negativo en la salud mental. En concreto, hay rasgos que están asociados a la depresión y a un peor curso de la misma. Alba Babot, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en el Área Básica de Salud de La Garriga (Barcelona), manifestó en el encuentro organizado por Lundbeck que “personalidades neuróticas, rumiativas, desconfiadas e introvertidas, con tendencia a la mala gestión de conflictos, presentan una mayor tendencia a la depresión”.


Asimismo, la especialista aludió a los factores sociales relacionados con esta patología y que tienen que ver con el entorno individual y social donde vive y se desarrolla cada persona. En este punto, el trauma infantil multiplica por cuatro el riesgo de depresión, pues genera una lesión en el circuito neuronal que lleva a cambios persistentes estructurales y a un comportamiento alterado.


“Las experiencias vividas en la primera infancia modulan de forma significativa la manera de relacionarse con el mundo en la edad adulta. En términos de riesgo de desarrollo de depresión, serían traumas como el abandono de un progenitor por separación, muerte o bajos cuidados y los abusos infantiles o psíquicos los que influyen en mayor medida”, aseguró Babot.


Por último, la soledad es un factor que debemos tener también en cuenta, pues aumenta hasta cinco veces las probabilidades de sufrir esta patología, según un estudio del Parc Sanitari Sant Joan de Déu. A este respecto, la experta explicó que “a diferencia de lo que se ha pensado y vivido los últimos años, actualmente la población joven presenta más sentimiento de soledad en comparación con la población adulta mayor”, y agregó: “Las redes sociales y la vinculación a pantallas, circunstancias económicas o no trabajar en contacto con otras personas serían los factores que más contribuyen a este sentimiento de soledad no deseada”.

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